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 El ordenamiento político de los países socialistas
 

Intervención de la Comisión Provisional del C.C. del (n) PCI en el Simposio «Por un mundo sin explotación – Por un futuro de libertad», organizado los días 24 y 25 de Enero de 2009 en Frankfurt (Alemania), por el Partido Maoísta de Turquía y del Kurdistán Norte.

El ordenamiento político de los países socialistas

 

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 El Simposio afronta una cuestión muy importante: el régimen político de los futuros países socialistas. La experiencia de los primeros países socialistas (de la Unión Soviética a la República Popular China y el resto) ha enseñado muchas cosas a propósito del ordenamiento político que los países socialistas necesitan a efectos de desarrollar su papel histórico: la transición de la humanidad al comunismo.

 

Si hacemos abstracción de la fuerza-trabajo, los primeros países socialistas habían abolido en lo esencial la propiedad privada de la mayor parte de las fuerzas productivas y de las condiciones de la producción (agrícola, minera, reglamentaciones, moneda, investigación, formación, etc.). Las fuerzas productivas estaban sustancialmente gobernadas por las autoridades estatales. Por lo tanto, en todo país socialista la administración pública, el Estado y en general la estructura política tenían un papel más importante del que nunca habían tenido en la historia humana. La orientación de los organismos políticos y su composición se habían convertido en los factores decisivos para todas las transformaciones, y por lo tanto también para la transición del capitalismo (y de otros aún más atrasados sistemas productivos y relaciones sociales presentes en los primeros países socialistas) al comunismo. Los organismos políticos dirigían todas las unidades productivas y todas las instituciones del país (escuela, universidad, medios de información, instituciones de investigación, etc.). Dirigían más o menos efectivamente (no siempre la realidad correspondía a las reglas y a las leyes establecidas) todo el sistema de relaciones sociales. La política se había convertido en el factor decisivo de la vida social.

 

Uno de los grandes descubrimientos del maoísmo, uno de los cinco principales aportes del maoísmo al pensamiento comunista[1], es que en los países socialistas la burguesía está esencialmente constituida por aquellos dirigentes (del Partido comunista, del Estado, de las organizaciones de masas, de las empresas y de las instituciones) que siguen la vía capitalista.

 

¿Qué significa “dirigentes que en un país socialista siguen la vía capitalista”? Con esa definición se señala a aquellos dirigentes que dan, buscan como dar ó tienden a dar soluciones burguesas a los problemas que la sociedad socialista debe resolver. Dirigentes que proponen y apoyan soluciones burguesas para los problemas de la sociedad socialista.

 

Hasta ahora, la humanidad ha hecho la mayor parte de su historia a ciegas, de espaldas. En todas las sacudidas sociales de cierta amplitud, solamente a posteriori los hombres han comprendido lo que habían construido. Por el contrario, toda sociedad socialista debe dar soluciones prácticas a muchos problemas, pero por su naturaleza debe darlas de forma responsable y consciente: toda acción espontánea de un gran número de individuos, cada uno movido por sus propias condiciones y motivaciones personales, se sustituye en gran medida por las acciones conscientes de las autoridades políticas y de los organismos. Toda sociedad socialista se enfrenta a problemas que toman formas, aspectos y contenidos diferentes en el curso del tiempo, bien a causa del desarrollo interior del país, bien por el desarrollo de sus relaciones internacionales, bien por el desarrollo que tiene lugar en el resto del mundo. Nuevos problemas surgen en el transcurso de su historia. La sociedad socialista debe proporcionar de forma responsable una solución a cada uno de ellos. Las soluciones proporcionadas contribuyen a determinar el camino que la sociedad sigue, y en que se convierte realmente esa sociedad.

 

Pongamos sólo algunos ejemplos, citando algunos de los problemas universales más importantes.

 

¿Cómo hacer que cada adulto lleva a cabo de forma responsable, creativa y lealmente, el trabajo que se le ha asignado?

¿Quién establece que trabajo debe desarrollar un determinado adulto, en el curso de su vida, y fase tras fase?

¿Cómo llevar a larga escala a todos los hombres y mujeres, a todo el género humano, a que cada uno desarrolle su papel de miembro responsable de la sociedad, de promotor creativo de la vida social, de creador de la nueva sociedad?

Es la cuestión central que la humanidad debe resolver en la fase socialista. Toda sociedad socialista debe solucionarla. Todo país socialista, una vez abolida en lo esencial la propiedad privada de las fuerzas productivas diferentes de la fuerza trabajo, debe resolver esta tarea.

 

Todavía el pasado año 2008, al asumir la presidencia de Cuba, Raúl Castro calificaba este problema (el hacer que cada adulto desarrolle responsablemente, creativamente y lealmente el trabajo que se le ha asignado) como el principal de Cuba, y sostenía que para solucionarlo era necesario volver a métodos burgueses (que sin embargo no calificaba como tales, obviamente). Es lo que antes de él han dicho y hecho Khrushchev, Teng Hsiao-Ping y todos los dirigentes revisionistas que han llevado a la decadencia del socialismo en sus respectivos países. El último secretario del Partido Obrero Unificado de Polonia (así se denominaba el partido comunista en Polonia), M. Rakowski, proclamaba abiertamente que era necesario que el trabajador polaco dejara de pensar que el puesto de trabajo, la vivienda, la calefacción, el vestido, la alimentación, la educación y muchas otras cosas pertenecieran a cada uno como el aire que se respira; era necesario que viera que son cosas que cada uno debe conquistar con un duro trabajo.

 

Se trata de una tarea sustancialmente nueva respecto a las que los capitalistas han abordado en la sociedad burguesa. Para resolverla, en cada uno de los primeros países socialistas, en la fase en la que avanzaron en la transición del capitalismo al comunismo, se pusieron en marcha distintas combinaciones y variables de disposiciones y de organismos. En cada uno de esos países se ensayaron soluciones distintas. Se combinaron de distintas maneras coerción y formación, y, en la formación, se combinaron para cada individuo y cada grupo el adiestramiento a través de un enseñante y el aprendizaje a través de la propia experiencia directa y de su balance. Se combinaron de forma variada incentivos morales con incentivos materiales y económicos.

 

En todos los países fue llevado a cabo, y por su naturaleza debía ser llevado a cabo, un proceso dirigido por la vanguardia que impulsa las transformaciones en curso: el partido comunista. Al mismo tiempo, se trata de una tarea que tiene como objetivo máximo y definitivo la emancipación de las masas de la necesidad de ser dirigida por una vanguardia como es el partido comunista. Es decir, por un grupo social organizado, un grupo concreto dentro de la población general, que se forma no por decisión de las masas, sino de sus mismos miembros, que se reproduce sin la intervención consciente de las masas, que tiene una vida que puede no ser conocida, controlada y mucho menos decidida por las masas. El resultado al que la sociedad socialista debe tender por su misma naturaleza es que la población constituya una sociedad que produce sus propios órganos dirigentes, conoce habitualmente el funcionamiento de los mismos, ejercita un control habitual y permanente sobre ellos y decide en cada momento su composición, su dirección y su destino. Es por lo tanto una sociedad organizada, pero sin Estado (entendido en su propio sentido, de órgano diferente del resto de la sociedad y compuesto por profesionales de la coerción).

 

Ejerciendo en la sociedad socialista su papel, el partido comunista, según la línea que siga, lleva la sociedad hacia el comunismo ó la lleva hacia el capitalismo. O desarrolla, refuerza y multiplica las semillas de comunismo y lleva a las masas a crear una sociedad cada vez más avanzada y cada vez más rica material, espiritual, intelectual y moralmente, ó sofoca esas semillas, defiende y refuerza cuanto queda de las relaciones burguesas ó incluso más anticuadas (éstas son tanto más fuertes y numerosas cuanto menos desarrollado estaba el capitalismo en el país), reviviendo aquellas que estaban ya eliminadas.

 

¿Qué es lo que decide la dirección que el partido sigue en la práctica? La lucha de dos líneas, otro de las cinco principales aportaciones del maoísmo al pensamiento comunista[2]. Fundamentalmente, no existe otro criterio de decisión.

 

Consideremos las cosas en un contexto más amplio. El socialismo introduce a la especie humana en una nueva fase de su historia. Con el comunismo, cada uno de sus miembro disfrutará no sólo del patrimonio material de la sociedad, sino que también participará con igual derecho en los proyectos, las evaluaciones, las direcciones y la gestión de la vida social, que determina en larga medida la vida del individuo, tendrá los instrumentos intelectuales y morales precisos a estos fines, compartirá el patrimonio cultural de la sociedad hasta ahora reservado a las clases dominantes.

 

Los fundadores del marxismo, apoyándose en el balance de la historia de la especie humana y en las leyes de desarrollo de la sociedad burguesa, han indicado que la humanidad en su evolución histórica estaba encaminada hacia una fase similar. Han indicado que, para continuar su recorrido de progresos conseguidos en su milenaria evolución, debía realizar el pase a una fase de ese tipo. Nunca antes la especie humana ha visto para sus componentes una unidad similar entre el individuo y las condiciones sociales de su existencia, salvo (tal vez) en aquella fase más primitiva, casi aún animal de su historia, cuando, por otra parte, la vida social estaba reducida a algo insignificante.

 

Para comprender mejor, consideremos a los seres humanos y su capacidad de leer y escribir. Hace poco más de cien años, sólo una pequeña minoría de ellos sabía leer y escribir. El Papa León XIII (1878-1903), eminente exponente de las clases y fuerzas reaccionarias europeas, declaraba que era culpable de blasfemia, y por ello de ofensa a la ley divina, quien sostuviera que era posible que todos los seres humanos pudieran aprender a leer y a escribir. Hoy, casi todos los seres humanos de los países imperialistas y de muchos otros países saben leer y escribir, y nadie pone en cuestión que cualquier ser humano sea capaz de aprender a hacerlo. Por el contrario, se considera de forma universal que todo ser humano tiene derecho a la instrucción, aún cuando esto no signifique que cualquiera pueda llegar a ser un gran escritor. Análogamente se puede decir de todo lo relacionado con el papel de los individuos en los proyectos, evaluaciones, decisiones y gestión de la vida social, de todo lo relacionado con el disfrute compartido del patrimonio cultural y moral de la humanidad.

 

La participación del individuo en los proyectos, en las evaluaciones, en la dirección y en la gestión de la vida social implica, por su naturaleza, su participación consciente y autónoma en un proceso colectivo altamente organizado. En el socialismo, los seres humanos aprenden a gran escala esta participación, adquiriendo cada uno los instrumentos intelectuales y morales necesarios a este fin.

 

La burguesía resuelve de modo primitivo y simplista la cuestión de hacer que el individuo efectúe de forma responsable el trabajo que tiene asignado. Los ricos están exonerados de todo trabajo; el rico trabaja sólo si quiere y trabaja a su gusto. Los proletarios están comprometidos a desarrollar una labor o ser despedidos por los capitalistas u otros dirigentes de la sociedad, actuando estos a su juicio en base a sus intereses. Con este sistema primitivo la burguesía ha realizado una gran transformación en la historia humana: ha incorporado a gran parte de la humanidad al proceso social de la producción, proletarizándola. Pero este sistema, si se prolongara en el tiempo, llevaría por su naturaleza a gran parte de los 6.500 millones de seres humanos a la extinción. Ya no habría lugar sobre la tierra para todos ellos[3]. De hecho, para el capitalismo en su fase terminal, los seres humanos se han convertido en gran parte en sobrantes. La guerra de exterminio no declarada, que la burguesía lleva con ferocidad y creciente intensidad de treinta años a esta parte en cualquier rincón de la tierra contra las masas populares lo demuestra claramente. La fase terminal de la segunda crisis general del capitalismo, en la cual hemos entrado el pasado año 2008, confirma empírica y visiblemente estas conclusiones de los comunistas.

 

Al igual que en el ámbito de la sociedad burguesa, los individuos han aprendido a gran escala a leer y a escribir, y cada uno de ellos ha recibido un patrimonio moral e intelectual superior al que recibía un miembro de las formaciones sociales anteriores, en el ámbito del socialismo los seres humanos aprenderán a gran escala a participar en los proyectos, en las evaluaciones, en la dirección y la gestión de la vida social. El comunismo comenzará a existir cuando este proceso de aprendizaje haya alcanzado un alto nivel. Entonces, la cantidad de seres humanos que hayan aprendido se transformará en una nueva cualidad de la sociedad humana: el comunismo.

 

El socialismo es una fase eminentemente contradictoria de la historia humana. Algunos individuos organizados dirigen a los otros a organizarse, para no tener nunca más la necesidad de ser dirigidos. Por tanto, la estructura politica de la sociedad se convierte en la cuestión central de la fase socialista de esa historia humana. Existe aún (como en las sociedad precedentes) un organismo de profesionales de la coerción social (el Estado), y, al mismo tiempo, los seres humanos deben aprender a vivir sin él, a organizarse y regirse colectivamente, cada uno actuando con libertad, autonomía y responsabilidad en el ámbito de las instituciones y de las relaciones que la sociedad se da de forma consciente.

 

¿Cómo tratar esta contradicción? También en este campo es a través de su experiencia cómo los hombres aprenderán el camino que deben seguir. Nosotros, por ahora, tenemos la experiencia de los primeros países socialistas y debemos considerarla como un bien preciado. Debemos analizarla desde el punto de vista de los sistemas políticos que se pusieron en marcha en los primeros países socialistas, y aprender como enfocarlos hacia el futuro.

 

La burguesía imperialista, el clero y las demás clases reaccionarias han denunciado y denigrado de todas formas y maneras los regímenes políticos de los países socialistas. Precisamente ellos, que son los opresores, los últimos residuos de las clases que han explotado y reprimido al resto de la humanidad, los promotores de las guerras mundiales, de las masacres sistemáticas, de los genocidios; precisamente ellos, que condenan a la mayor parte del género humano a la miseria, a la ignorancia y al embrutecimiento moral e intelectual; precisamente ellos que son los impulsores de la guerra de exterminio no declarada que estos años aflige a la humanidad por todos los rincones de la tierra, precisamente ellos enarbolan la bandera de la democracia y de la libertad contra las medidas que se pusieron en ejecución en los primeros países socialistas.

 

En todo el mundo está hoy en marcha el renacer del movimiento comunista. En este ámbito existen numerosas discusiones sobre el balance del sistema político de los primeros países socialistas y las lecciones que los comunistas debemos extraer de ese balance. Cuantas más discusiones existan, mejor, dada la importancia del problema, dada la necesidad que tenemos de aprender lo que hasta ahora no conocemos, y dada la influencia negativa que ejercen las clases reaccionarias con su condena de la experiencia de los primeros países socialistas.

 

Estas discusiones están mal planteadas por los camaradas que, para analizar la experiencia de los primeros países socialistas, adoptan las categorías elaboradas en los análisis de las sociedades burguesas o de sociedades aún más primitivas. No es posible la comprensión de una entidad superior con las categorías de una inferior. Esta es una regla general comprobada en todos los campos de la investigación científica, y es aplicable también en las ciencias sociales. El socialismo tiene frente a sí desafíos que el capitalismo no tenía. Debe resolver problemas que la sociedad burguesa tampoco se planteó.

 

Es un error analizar la experiencia de los primeros países socialistas con las categorías que se han elaborado del estudio de la sociedad burguesa, buscar la comprensión de los primeros países socialistas aplicándoles nombres extraídos de los análisis de los países burgueses ó incluso mas antiguos: capitalismo monopolista de Estado, sistema de producción asiático, etc. A nuestro parecer caen en este tipo de error los camaradas que, para hacer frente a los límites y errores de los partidos comunistas que dirigieron los primeros países socialistas, proponen el pluripartidismo y demás “soluciones” parecidas inspiradas en la democracia burguesa. El socialismo es un mundo nuevo: debemos estudiarlo elaborando las categorías propias de un nuevo mundo. Sólo elaborando las categorías propias del socialismo se hace comprensible la experiencia en los primeros países socialistas, y su estudio resulta rico en enseñanzas.

 

Los comunistas han elaborado una ciencia de la historia humana en general (la filosofía del materialismo dialéctico e histórico), y, en particular, una ciencia de la sociedad burguesa (la crítica de la economía política) y una ciencia de la lucha de clases que es preciso dirigir para instaurar el socialismo. El pensamiento comunista no es una nueva verdad divina, revelada a los hombres a través de algún profeta, un nuevo Jesucristo ó un nuevo Mahoma. Es una ciencia que el género humano ha construido ó construye estudiando las experiencias, en pruebas sucesivas, corrigiendo los propios errores con la crítica y la autocrítica. Los comunistas han comenzado también a elaborar una ciencia de la sociedad socialista. El marxismo-leninismo-maoísmo incluye también todo aquello más avanzado que los comunistas han elaborado a propósito de la experiencia de los primeros países socialistas. Pero queda aún mucho por hacer. Lo estamos haciendo y debemos hacerlo en el ámbito del renacimiento del movimiento comunista, que tiene lugar sobre la base del marxismo-leninismo-maoísmo.

 

Analizando y elaborando las experiencias de los primeros países socialistas y considerando las tareas propias de la sociedad socialista, nuestro Partido se adhiere a las siguientes conclusiones acerca de que régimen político necesitan los países socialistas.[4]

 

La experiencia de los primeros países socialistas demuestra que la estructura política de la sociedad socialista está compuesta y debe de estar compuesta de dos elementos contradictorios. Si examinamos la historia de los primeros países socialistas, vemos así ha sucedido, aunque los partidos comunistas no tuvieran consciencia de ello. A causa de esta falta de consciencia actuaron a ciegas y sufrieron, en vez de utilizar, las leyes por las cuales se desarrolla la sociedad socialista. El resultado fue que, en el movimiento comunista, la izquierda no fue capaz de hacer frente a la derecha. Los modernos revisionistas triunfaron. De aquí la decadencia y el colapso final de los primeros países socialistas.

 

¿Cuáles fueron los dos elementos contradictorios que se hicieron presentes en los regímenes políticos de los primeros países socialistas?

 

En todo país socialista encontramos por una parte un Estado, en el sentido histórico del término: un órgano dedicado profesionalmente a la coerción; por otra parte, una combinación de organizaciones de masas de distinto tipo (organizaciones juveniles, de mujeres, de minorías nacionales, de otros sectores sociales aquejados de una opresión específica --víctimas de doble o triple opresión--, organizaciones profesionales y sindicales, cada una tratando un aspecto propio de la vida social, consejos empresariales y territoriales, etc.) con el partido comunista a la cabeza, que anima el sistema globalmente, y que en la sociedad socialista puede convertirse en medida creciente en expresión de este mismo sistema (mientras que, bien entendido, no puede ni debe serlo en tanto en cuanto no esté instaurado el socialismo).

 

En la sociedad socialista el partido comunista tiene también la dirección del Estado. Y por tanto garantiza, si el partido tiene una línea correcta, que el Estado ejerza su función coercitiva en la dirección necesaria (contra las clases reaccionarias, contra los elementos asociales, contra las agresiones del exterior) y en la medida indispensable. En los países socialistas, la coerción administrativa (política, ejercida por el Estado) debe de hacer también frente a tareas que en la sociedad burguesa están asumidos por la coerción económica: en la sociedad burguesa, el proletario que no trabaja como el patrón quiere no come, no tiene casa, no tiene nada de cuanto es indispensable para sobrevivir. Al contrario, por su naturaleza la sociedad socialista no puede privar a nadie de las condiciones mínimas indispensables para una participación digna en la vida social (mejor dicho, no puede privar durante un plazo largo a muchas personas sin distorsionar su propia naturaleza).

 

El avance de la sociedad socialista en el campo político (y por tanto y en definitiva en cualquier campo, dado el papel determinante que tiene la política en el desarrollo de la sociedad socialista) consiste en el desarrollo extensivo del terreno de la vida social gobernado por el segundo elemento y en la correspondiente restricción del terreno de la vida social objeto del primer elemento (del Estado). En todo país socialista, los comunistas deben tratar la unidad y la lucha de estos dos elementos de forma cuidadosa, sobre la base de las tareas de la sociedad socialista, sobre la base de estado interior y del contexto internacional, sobre la base del análisis concreto de la situación concreta. Es una tarea, un aspecto de las tareas del que los partidos comunistas no eran conscientes con anterioridad a la experiencia de los primeros países socialistas. Por eso fracasaron. Pero nosotros podemos y debemos aprovechar su experiencia y avanzar.

 

Nuestro Partido hace suya la conclusión de que la experiencia de los primeros países socialistas se hace comprensible y rica en enseñanzas si la consideramos sobre la base de esta teoría, en las tres diversas fases (la de desarrollo de las semillas de comunismo, la fase de la decadencia, supresión y represión de las semillas de comunismo, la fase de introducción del capitalismo a cualquier coste) que cada uno de los primeros países socialistas ha atravesado[5].

 

Considerando la experiencia de los primeros países socialistas en base a esta teoría, se obtienen muchas pistas sobre como afrontar mejor los problemas políticos conectados con las tareas que deben afrontar los nuevos países socialistas, los países socialistas que serán fundados durante la segunda ola de la revolución proletaria que avanza en todo el mundo, en el ámbito de la situación revolucionaria que se desarrolla generada por la segunda crisis general del capitalismo que, precisamente el pasado año 2008, ha entrado en su fase terminal.

 

Exhortamos a todos los partidos comunistas, a todas las organizaciones comunistas, a todos los comunistas sinceros, a estudiar la experiencia de los primeros países socialistas con categorías propias del socialismo. El socialismo es una fase de la historia de la humanidad superior a la sociedad burguesa; no es posible comprenderlo con categorías propias de las fases inferiores. De esta elaboración y del contraste colectivo, en el ámbito del movimiento comunista internacional, de los resultados de esta elaboración, los comunistas extraeremos grandes enseñanzas. Ello nos permitirá luchar con mayor determinación y con mayor éxito para instaurar nuevos países socialistas. Nos permitirá dirigir en el ámbito de los nuevos países socialistas, con éxito y sin los retrocesos sufridos por los primeros países socialistas, la transición del capitalismo al comunismo.

 

Y este es también un deseo que hacemos nuestro, y para todos los partidos comunistas y todos los comunistas sinceros.

 



[1] Nicola P., L’ottava discriminante, en La Voce nº 9 y nº 10 (http://www.nuovopci.it/voce/lvoind.html). Ver La octava discriminante en castellano en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it), en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE)

 

[2] Ibídem

 

[3] Samir Amin, Mao is back (El regreso de Mao), en Maoist Revolution, 24 de Diciembre 2008 (http://www.groups.yahoo.com/group/MAOIST_REVOLUTION)

 

[4] Marco Martinengo, I primi paesi socialisti, Edizioni Rapporti Sociali, 2003 (Vía Tanaro,7 20128 Milán Italia) e-mail: resistenza@carc.it http://www.carc.it. El artículo está disponible en castellano en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it), en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE)

 

[5] Sobre este tema, pueden consultarse en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it) en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE) los escritos Contribucion al balance de la experiencia de los paises socialistas (Rapporti Sociali n. 5/6, enero de 1990), La restauracion del modo di produccion capitalista en la Union Sovietica (Rapporti Sociali n. 8, noviembre de 1990), y Sobre la experiencia historica de los paises socialistas (Rapporti Sociali n. 11, octubre de 1996)