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El ordenamiento político de
los países socialistas
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El ordenamiento político de los países socialistas
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El Simposio afronta una cuestión muy importante:
el régimen político de los futuros países socialistas. La experiencia de los
primeros países socialistas (de la Unión
Soviética a la República
Popular China y el resto) ha enseñado muchas cosas a
propósito del ordenamiento político que los países socialistas necesitan a
efectos de desarrollar su papel histórico: la transición de la humanidad al
comunismo.
Si hacemos abstracción de la fuerza-trabajo, los
primeros países socialistas habían abolido en lo esencial la propiedad privada
de la mayor parte de las fuerzas productivas y de las condiciones de la
producción (agrícola, minera, reglamentaciones, moneda, investigación,
formación, etc.). Las fuerzas productivas estaban sustancialmente gobernadas
por las autoridades estatales. Por lo tanto,
en todo país socialista la administración pública, el Estado y en
general la estructura política tenían un papel más importante del que nunca
habían tenido en la historia humana. La orientación de los organismos políticos
y su composición se habían convertido en los factores decisivos para todas las
transformaciones, y por lo tanto también para la transición del capitalismo (y de otros aún más atrasados sistemas productivos y relaciones sociales
presentes en los primeros países socialistas) al comunismo. Los organismos
políticos dirigían todas las unidades
productivas y todas las instituciones del país (escuela, universidad,
medios de información, instituciones de investigación, etc.). Dirigían más o
menos efectivamente (no siempre la realidad correspondía a las reglas y a las
leyes establecidas) todo el sistema de relaciones sociales. La política se
había convertido en el factor decisivo de la vida social.
Uno de los grandes descubrimientos del maoísmo,
uno de los cinco principales aportes del maoísmo al pensamiento comunista[1], es que en los países
socialistas la burguesía está esencialmente constituida por aquellos dirigentes
(del Partido comunista, del Estado, de las organizaciones de masas, de las
empresas y de las instituciones) que siguen la vía capitalista.
¿Qué
significa “dirigentes que en un país socialista siguen la vía capitalista”? Con
esa definición se señala a aquellos
dirigentes que dan, buscan como dar ó tienden a dar soluciones burguesas a los
problemas que la sociedad socialista debe resolver. Dirigentes que proponen y
apoyan soluciones burguesas para los problemas de la sociedad socialista.
Hasta ahora, la humanidad ha hecho la mayor parte
de su historia a ciegas, de espaldas. En todas las sacudidas sociales de cierta amplitud, solamente a posteriori los hombres han comprendido lo
que habían construido. Por el contrario, toda sociedad socialista debe dar
soluciones prácticas a muchos problemas, pero por su naturaleza debe
darlas de forma responsable y consciente: toda
acción espontánea de un gran número de individuos, cada uno movido por sus
propias condiciones y motivaciones personales, se sustituye en gran medida por las acciones
conscientes de las autoridades políticas y de los organismos. Toda sociedad
socialista se enfrenta a problemas que toman formas, aspectos y contenidos diferentes en el curso del tiempo, bien a
causa del desarrollo interior del país, bien por el desarrollo de sus relaciones
internacionales, bien por el desarrollo que tiene lugar en el resto del mundo.
Nuevos problemas surgen en el transcurso de su historia. La sociedad socialista
debe proporcionar de forma responsable una solución a cada uno de ellos. Las
soluciones proporcionadas contribuyen a determinar el camino que la sociedad
sigue, y en que se convierte realmente esa sociedad.
Pongamos sólo algunos ejemplos, citando algunos
de los problemas universales más importantes.
¿Cómo hacer que cada adulto lleva a cabo de forma
responsable, creativa y lealmente, el trabajo que se le ha asignado?
¿Quién establece que trabajo debe desarrollar un
determinado adulto, en el curso de su vida, y fase tras fase?
¿Cómo llevar a larga escala a todos los hombres y
mujeres, a todo el género humano, a que cada uno desarrolle su papel de miembro
responsable de la sociedad, de promotor creativo de la vida social, de creador
de la nueva sociedad?
Es la cuestión central que la humanidad debe
resolver en la fase socialista. Toda sociedad socialista debe solucionarla.
Todo país socialista, una vez abolida en lo esencial la propiedad privada de
las fuerzas productivas diferentes de la fuerza trabajo, debe resolver esta
tarea.
Todavía el pasado año 2008, al asumir la presidencia
de Cuba, Raúl Castro calificaba este problema (el hacer que cada adulto
desarrolle responsablemente, creativamente y lealmente el trabajo que se le ha
asignado) como el principal de Cuba, y
sostenía que para solucionarlo era necesario volver a métodos burgueses (que
sin embargo no calificaba como tales, obviamente). Es lo que antes de él han
dicho y hecho Khrushchev, Teng Hsiao-Ping y todos los dirigentes revisionistas
que han llevado a la decadencia del socialismo en sus respectivos países. El
último secretario del Partido Obrero Unificado de Polonia (así se denominaba el
partido comunista en Polonia), M. Rakowski, proclamaba abiertamente que era
necesario que el trabajador polaco dejara de pensar que el puesto de trabajo,
la vivienda, la calefacción, el vestido, la alimentación, la educación y muchas
otras cosas pertenecieran a cada uno como el aire que se respira; era necesario
que viera que son cosas que cada uno debe conquistar con un duro trabajo.
Se trata de una tarea sustancialmente nueva
respecto a las que los capitalistas han abordado en la sociedad burguesa. Para
resolverla, en cada uno de los primeros países socialistas, en la fase en la
que avanzaron en la transición del capitalismo al comunismo, se pusieron en
marcha distintas combinaciones y variables de disposiciones y de organismos. En
cada uno de esos países se ensayaron soluciones distintas. Se combinaron de
distintas maneras coerción y formación, y, en la formación, se combinaron para
cada individuo y cada grupo el adiestramiento a través de un enseñante y el aprendizaje
a través de la propia experiencia directa y de su balance. Se combinaron de
forma variada incentivos morales con incentivos materiales y económicos.
En todos los países fue llevado a cabo, y por su
naturaleza debía ser llevado a cabo, un proceso dirigido por la vanguardia que
impulsa las transformaciones en curso: el partido comunista. Al mismo tiempo,
se trata de una tarea que tiene como objetivo máximo y definitivo la
emancipación de las masas de la necesidad de ser dirigida por una vanguardia
como es el partido comunista. Es decir, por un grupo social organizado, un
grupo concreto dentro de la población general, que se forma no por decisión de
las masas, sino de sus mismos miembros, que se reproduce sin la intervención
consciente de las masas, que tiene una vida que puede no ser conocida,
controlada y mucho menos decidida por las masas. El resultado al que la
sociedad socialista debe tender por su misma naturaleza es que la población
constituya una sociedad que produce sus propios órganos dirigentes, conoce
habitualmente el funcionamiento de los
mismos, ejercita un control habitual y permanente sobre ellos y decide en cada
momento su composición, su dirección y su destino. Es por lo tanto una sociedad
organizada, pero sin Estado (entendido en su propio sentido, de órgano
diferente del resto de la sociedad y compuesto por profesionales de la
coerción).
Ejerciendo en la sociedad socialista su papel, el
partido comunista, según la línea que siga, lleva la sociedad hacia el
comunismo ó la lleva hacia el capitalismo. O desarrolla, refuerza y multiplica
las semillas de comunismo y lleva a las masas a crear una sociedad cada vez más
avanzada y cada vez más rica material, espiritual, intelectual y moralmente, ó
sofoca esas semillas, defiende y refuerza cuanto queda de las relaciones burguesas
ó incluso más anticuadas (éstas son tanto más fuertes y numerosas cuanto menos
desarrollado estaba el capitalismo en el país), reviviendo aquellas que estaban
ya eliminadas.
¿Qué es lo que decide la dirección que el partido
sigue en la práctica? La lucha de dos líneas, otro de las cinco principales
aportaciones del maoísmo al pensamiento comunista[2]. Fundamentalmente, no
existe otro criterio de decisión.
Consideremos las cosas en un contexto más amplio.
El socialismo introduce a la especie humana en una nueva fase de su
historia. Con el comunismo, cada uno de
sus miembro disfrutará no sólo del patrimonio material de la sociedad, sino que
también participará con igual derecho en los proyectos, las evaluaciones, las
direcciones y la gestión de la vida social, que determina en larga medida la
vida del individuo, tendrá los instrumentos intelectuales y morales precisos a
estos fines, compartirá el patrimonio cultural de la sociedad hasta ahora
reservado a las clases dominantes.
Los fundadores del marxismo, apoyándose en el
balance de la historia de la especie humana y en las leyes de desarrollo de la sociedad
burguesa, han indicado que la humanidad en su evolución histórica estaba
encaminada hacia una fase similar. Han indicado que, para continuar su
recorrido de progresos conseguidos en su milenaria evolución, debía realizar el
pase a una fase de ese tipo.
Nunca antes la especie humana ha visto para sus componentes una unidad similar entre el
individuo y las condiciones sociales de su existencia, salvo (tal vez) en
aquella fase más primitiva, casi aún animal de su historia, cuando, por otra
parte, la vida social estaba reducida a algo insignificante.
Para comprender mejor, consideremos a los seres
humanos y su capacidad de leer y
escribir. Hace poco más de cien años, sólo una pequeña minoría de ellos sabía
leer y escribir. El Papa León XIII (1878-1903), eminente exponente de las
clases y fuerzas reaccionarias europeas, declaraba que era culpable de
blasfemia, y por ello de ofensa a la ley divina, quien sostuviera que era
posible que todos los seres humanos pudieran aprender a leer y a escribir. Hoy,
casi todos los seres humanos de los países imperialistas y de muchos otros países saben leer y
escribir, y nadie pone en cuestión que cualquier ser humano sea capaz de
aprender a hacerlo. Por el contrario, se considera de forma universal que todo
ser humano tiene derecho a la instrucción, aún cuando esto no signifique que
cualquiera pueda llegar a ser un gran escritor. Análogamente se puede decir de
todo lo relacionado con el papel de los individuos en los proyectos,
evaluaciones, decisiones y gestión de la vida social, de todo lo relacionado
con el disfrute compartido del patrimonio cultural y moral de la humanidad.
La
participación del individuo en los proyectos, en las evaluaciones, en la
dirección y en la gestión de la vida
social implica, por su naturaleza, su participación consciente y autónoma en un
proceso colectivo altamente organizado. En el socialismo, los seres humanos
aprenden a gran escala esta participación, adquiriendo cada uno los
instrumentos intelectuales y morales necesarios a este fin.
La burguesía resuelve de modo primitivo y
simplista la cuestión de hacer que el individuo efectúe de forma responsable
el trabajo que tiene asignado. Los ricos
están exonerados de todo trabajo; el rico trabaja sólo si quiere y trabaja a su
gusto. Los proletarios están comprometidos a desarrollar una labor o ser
despedidos por los capitalistas u otros dirigentes de la sociedad, actuando
estos a su juicio en base a sus
intereses. Con este sistema primitivo la burguesía ha realizado una gran
transformación en la historia humana: ha incorporado a gran parte de la
humanidad al proceso social de la producción, proletarizándola. Pero este
sistema, si se prolongara en el tiempo, llevaría por su naturaleza a gran parte
de los 6.500 millones de seres humanos a la extinción. Ya no habría lugar sobre
la tierra para todos ellos[3]. De hecho, para el
capitalismo en su fase terminal, los seres humanos se han convertido en gran
parte en sobrantes. La guerra de exterminio no declarada, que la burguesía
lleva con ferocidad y creciente
intensidad de treinta años a esta parte en cualquier rincón de la tierra contra
las masas populares lo demuestra claramente. La fase terminal de la segunda
crisis general del capitalismo, en la cual hemos entrado el pasado año 2008,
confirma empírica y visiblemente estas conclusiones de los comunistas.
Al igual que en el ámbito de la sociedad
burguesa, los individuos han aprendido a gran escala a leer y a escribir, y
cada uno de ellos ha recibido un patrimonio moral e intelectual superior al que
recibía un miembro de las formaciones sociales anteriores, en el ámbito del
socialismo los seres humanos aprenderán a gran escala a participar en los
proyectos, en las evaluaciones, en la dirección y la gestión de la vida social.
El comunismo comenzará a existir cuando este proceso de aprendizaje haya
alcanzado un alto nivel. Entonces, la cantidad de seres humanos que hayan
aprendido se transformará en una nueva cualidad de la sociedad humana: el
comunismo.
El socialismo es una fase eminentemente
contradictoria de la historia humana. Algunos individuos organizados dirigen a
los otros a organizarse, para no tener nunca más la necesidad de ser dirigidos.
Por tanto, la estructura politica de la sociedad se convierte en la cuestión
central de la fase socialista de esa historia humana. Existe aún (como en las
sociedad precedentes) un organismo de profesionales de la coerción social (el
Estado), y, al mismo tiempo, los seres humanos deben aprender a vivir sin él, a
organizarse y regirse colectivamente, cada uno actuando con libertad, autonomía
y responsabilidad en el ámbito de las instituciones y de las relaciones que la
sociedad se da de forma consciente.
¿Cómo tratar esta contradicción? También en este
campo es a través de su experiencia cómo los hombres aprenderán el camino que
deben seguir. Nosotros, por ahora, tenemos la experiencia de los primeros
países socialistas y debemos considerarla como un bien preciado. Debemos
analizarla desde el punto de vista de los sistemas políticos que se pusieron en
marcha en los primeros países socialistas, y aprender como enfocarlos hacia el futuro.
La burguesía imperialista, el clero y las demás
clases reaccionarias han denunciado y denigrado de todas formas y maneras los
regímenes políticos de los países socialistas. Precisamente ellos, que son los
opresores, los últimos residuos de las clases que han explotado y reprimido al
resto de la humanidad, los promotores de las guerras mundiales, de las masacres
sistemáticas, de los genocidios; precisamente ellos, que condenan a la mayor
parte del género humano a la miseria, a la ignorancia y al embrutecimiento
moral e intelectual; precisamente ellos que son
los impulsores de la guerra de exterminio no declarada que estos años
aflige a la humanidad por todos los rincones de la tierra, precisamente ellos
enarbolan la bandera de la democracia y de la libertad contra las medidas que
se pusieron en ejecución en los primeros países socialistas.
En todo el mundo está hoy en marcha el renacer
del movimiento comunista. En este ámbito existen numerosas discusiones sobre el
balance del sistema político de los primeros países socialistas y las lecciones
que los comunistas debemos extraer de ese balance. Cuantas más discusiones
existan, mejor, dada la importancia del problema, dada la necesidad que tenemos
de aprender lo que hasta ahora no conocemos, y dada la influencia negativa que
ejercen las clases reaccionarias con su condena de la experiencia de los
primeros países socialistas.
Estas discusiones están mal planteadas por los
camaradas que, para analizar la experiencia de los primeros países socialistas,
adoptan las categorías elaboradas en los análisis de las sociedades burguesas o
de sociedades aún más primitivas. No es posible la comprensión de una entidad
superior con las categorías de una inferior. Esta es una regla general
comprobada en todos los campos de la investigación científica, y es aplicable
también en las ciencias sociales. El socialismo tiene frente a sí desafíos que
el capitalismo no tenía. Debe resolver problemas que la sociedad burguesa
tampoco se planteó.
Es un error analizar la experiencia de los
primeros países socialistas con las categorías que se han elaborado del estudio
de la sociedad burguesa, buscar la comprensión de los primeros países
socialistas aplicándoles nombres extraídos de los análisis de los países
burgueses ó incluso mas antiguos: capitalismo monopolista de Estado, sistema de
producción asiático, etc. A nuestro parecer caen en este tipo de error los
camaradas que, para hacer frente a los
límites y errores de los partidos comunistas que dirigieron los primeros países
socialistas, proponen el pluripartidismo y demás “soluciones” parecidas
inspiradas en la democracia burguesa. El socialismo es un mundo nuevo: debemos
estudiarlo elaborando las categorías propias de un nuevo mundo. Sólo elaborando
las categorías propias del socialismo se hace comprensible la experiencia en
los primeros países socialistas, y su estudio resulta rico en enseñanzas.
Los comunistas han elaborado una ciencia de la
historia humana en general (la filosofía del materialismo dialéctico e
histórico), y, en particular, una ciencia de la sociedad burguesa (la crítica
de la economía política) y una ciencia de la lucha de clases que es preciso
dirigir para instaurar el socialismo. El pensamiento comunista no es una nueva
verdad divina, revelada a los hombres a través de algún profeta, un nuevo
Jesucristo ó un nuevo Mahoma. Es una ciencia que el género humano ha construido
ó construye estudiando las experiencias, en pruebas sucesivas, corrigiendo los
propios errores con la crítica y la autocrítica. Los comunistas han comenzado también
a elaborar una ciencia de la sociedad socialista. El marxismo-leninismo-maoísmo
incluye también todo aquello más avanzado que los comunistas han elaborado a
propósito de la experiencia de los primeros países socialistas. Pero queda aún
mucho por hacer. Lo estamos haciendo y debemos hacerlo en el ámbito del
renacimiento del movimiento comunista, que tiene lugar sobre la base del
marxismo-leninismo-maoísmo.
Analizando y elaborando las experiencias de los
primeros países socialistas y considerando las tareas propias de la sociedad
socialista, nuestro Partido se adhiere a las siguientes conclusiones acerca de
que régimen político necesitan los países socialistas.[4]
La experiencia de los primeros países socialistas
demuestra que la estructura política de la sociedad socialista está compuesta y
debe de estar compuesta de dos elementos contradictorios. Si examinamos la
historia de los primeros países socialistas, vemos así ha sucedido, aunque los
partidos comunistas no tuvieran consciencia de ello. A causa de esta falta de
consciencia actuaron a ciegas y sufrieron, en vez de utilizar, las leyes por las cuales se desarrolla la
sociedad socialista. El resultado fue que, en el movimiento comunista, la
izquierda no fue capaz de hacer frente a la derecha. Los modernos revisionistas
triunfaron. De aquí la decadencia y el colapso final de los primeros países
socialistas.
¿Cuáles fueron los dos elementos contradictorios
que se hicieron presentes en los regímenes políticos de los primeros países
socialistas?
En todo país socialista encontramos por una parte
un Estado, en el sentido histórico del término: un órgano dedicado
profesionalmente a la coerción; por otra parte, una combinación de
organizaciones de masas de distinto tipo (organizaciones juveniles, de mujeres,
de minorías nacionales, de otros sectores sociales aquejados de una opresión
específica --víctimas de doble o triple opresión--, organizaciones
profesionales y sindicales, cada una tratando un aspecto propio de la vida
social, consejos empresariales y territoriales, etc.) con el partido comunista
a la cabeza, que anima el sistema globalmente, y que en la sociedad socialista
puede convertirse en medida creciente en
expresión de este mismo sistema (mientras que, bien entendido, no
puede ni debe serlo en tanto en cuanto
no esté instaurado el socialismo).
En la sociedad socialista el partido comunista
tiene también la dirección del Estado. Y por tanto garantiza, si el partido
tiene una línea correcta, que el Estado ejerza su función coercitiva en la
dirección necesaria (contra las clases reaccionarias, contra los elementos
asociales, contra las agresiones del exterior) y en la medida indispensable. En
los países socialistas, la coerción administrativa (política, ejercida por el
Estado) debe de hacer también frente a tareas que en la sociedad burguesa están
asumidos por la coerción económica: en la sociedad burguesa, el proletario que
no trabaja como el patrón quiere no come, no tiene casa, no tiene nada de
cuanto es indispensable para sobrevivir. Al contrario, por su naturaleza la
sociedad socialista no puede privar a nadie de las condiciones mínimas
indispensables para una participación digna en la vida social (mejor dicho, no
puede privar durante un plazo largo a muchas personas sin distorsionar su
propia naturaleza).
El avance de la sociedad socialista en el campo
político (y por tanto y en definitiva en cualquier campo, dado el papel
determinante que tiene la política en el
desarrollo de la sociedad socialista) consiste
en el desarrollo extensivo del terreno de la vida social gobernado por
el segundo elemento y en la correspondiente restricción del terreno de la vida
social objeto del primer elemento (del Estado). En todo país socialista, los
comunistas deben tratar la unidad y la lucha de estos dos elementos de forma
cuidadosa, sobre la base de las tareas de la sociedad socialista, sobre la base
de estado interior y del contexto internacional, sobre la base del análisis
concreto de la situación concreta. Es una tarea, un aspecto de las tareas del
que los partidos comunistas no eran conscientes con anterioridad a la
experiencia de los primeros países socialistas. Por eso fracasaron. Pero
nosotros podemos y debemos aprovechar su experiencia y avanzar.
Nuestro Partido hace suya la conclusión de que la
experiencia de los primeros países socialistas se hace comprensible y rica en
enseñanzas si la consideramos sobre la base de esta teoría, en las tres
diversas fases (la de desarrollo de las semillas de comunismo, la fase de la
decadencia, supresión y represión de las
semillas de comunismo, la fase de introducción del capitalismo a cualquier
coste) que cada uno de los primeros países socialistas ha atravesado[5].
Considerando la experiencia de los primeros
países socialistas en base a esta teoría, se obtienen muchas pistas sobre como
afrontar mejor los problemas políticos conectados con las tareas que deben
afrontar los nuevos países socialistas, los países socialistas que serán
fundados durante la segunda ola de la revolución proletaria que avanza en todo
el mundo, en el ámbito de la situación revolucionaria que se desarrolla
generada por la segunda crisis general del capitalismo que, precisamente el
pasado año 2008, ha
entrado en su fase terminal.
Exhortamos a todos los partidos comunistas, a
todas las organizaciones comunistas, a todos los comunistas sinceros, a
estudiar la experiencia de los primeros países socialistas con categorías
propias del socialismo. El socialismo es
una fase de la historia de la humanidad superior a la sociedad burguesa; no es
posible comprenderlo con categorías propias de las fases inferiores. De esta
elaboración y del contraste colectivo, en el ámbito del movimiento comunista
internacional, de los resultados de esta elaboración, los comunistas extraeremos
grandes enseñanzas. Ello nos permitirá luchar con mayor determinación y con
mayor éxito para instaurar nuevos países socialistas. Nos permitirá dirigir en
el ámbito de los nuevos países socialistas, con éxito y sin los retrocesos
sufridos por los primeros países socialistas, la transición del capitalismo al
comunismo.
Y este es también un deseo que hacemos nuestro, y
para todos los partidos comunistas y todos los comunistas sinceros.
[1] Nicola P., L’ottava discriminante, en La Voce nº 9 y nº 10 (http://www.nuovopci.it/voce/lvoind.html). Ver La octava discriminante en castellano en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it), en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE)
[2] Ibídem
[3] Samir Amin, Mao is back (El regreso de Mao), en Maoist Revolution, 24 de Diciembre 2008 (http://www.groups.yahoo.com/group/MAOIST_REVOLUTION)
[4] Marco Martinengo, I primi paesi socialisti, Edizioni Rapporti Sociali, 2003 (Vía Tanaro,7 20128 Milán Italia) e-mail: resistenza@carc.it http://www.carc.it. El artículo está disponible en castellano en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it), en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE)
[5] Sobre este tema, pueden consultarse en la web del (n)PCI (www.nuovopci.it) en la Sección de Textos en Lenguas Extranjeras (EiLE) los escritos Contribucion al balance de la experiencia de los paises socialistas (Rapporti Sociali n. 5/6, enero de 1990), La restauracion del modo di produccion capitalista en la Union Sovietica (Rapporti Sociali n. 8, noviembre de 1990), y Sobre la experiencia historica de los paises socialistas (Rapporti Sociali n. 11, octubre de 1996)