La crisis actual: crisis de superproducción de capital

El capital financiero y la crisis de superproducción absoluta de capital

Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual
giovedì 20 luglio 2006.
 

Sumario

Introducción

  1. ¿Hay actualmente una crisis en curso?
  2. La fase imperialista
  3. Las crisis de la fase imperialista y las crisis del siglo XIX estudiadas por marx
  4. Crisis generales y crisis economicas
  5. La teoria de la crisis general de superproduccion absoluta de capital
  6. Crisis general de superproduccion absoluta de capital y tendencia decreciente de la cuota de ganancia
  7. Superproduccion de mercancias y superproduccion de capital
  8. Superpoblacion y crisis general de superproduccion absoluta de capital
  9. El capital financiero y la crisis de superproducción absoluta de capital
  10. El papel revolucionario de las contradicciones objetivas y el papel revolucionario de la iniciativa subjetiva
  11. Dominar la teoria de la crisis actual y transformarla en linea politica

El capital financiero y la crisis de superproducción absoluta de capital

¿Son acaso las actividades financieras la causa y la fuerza motriz de la crisis iniciada en los años setenta del siglo XX? En absoluto. El inflamiento (o crecimiento rápido, tumultuoso y sin límites) de las actividades financieras a partir de los años setenta es un efecto, una de las manifestaciones de la crisis actual. También este inflamiento es una manifestación patente, clara y directa, de la crisis, como lo es la superproducción de mercancías y la superpoblación aunque no sea conocida más que por los capitalistas y especialistas del movimiento económico de la sociedad. Todo esto es descrito en Crac bursátil y capital financiero (Rapporti Sociali n.1 y Textos para el debate en el movimiento revolucionario europeo (II)).

El capital financiero (33) es una categoría típica de la fase imperialista, de toda la fase imperialista. Lenin ha demostrado que la formación del capital financiero y su ascenso al papel dirigente, por encima de todas las demás formas más viejas de capital (industrial, monetario, comercial), es una de las cuatro características del imperialismo en el terreno económico junto a la supremacía de los monopolios, la prioridad de la exportación de capitales sobre la exportación de mercancías y el final del reparto del mundo entre los grupos imperialistas y sus Estados(34). El capital financiero es el capital dirigente durante toda la fase imperialista del capitalismo. Todos los grandes grupos capitalistas son ante todo grupos financieros, no grupos productores de mercancías, ligados a un sector determinado de la producción de mercancías. Ellos se apropian de sus ganancias principalmente mediante las actividades financieras (aunque el valor del que se apropian haya sido creado -por otros- en el ciclo productivo de mercancías). También los grandes grupos industriales se apropian de la mayor parte de sus ganancias mediante las actividades financieras, siendo éstas las que determinan la rentabilidad del conjunto de sus actividades.

¿Qué ocurre de particular en los períodos de crisis? Que los capitalistas multiplican sus actividades financieras (el capital financiero alcanza la doble, triple y cuádruple potencia de las que habla Lenin, así como Hilferding, como un castillo que en su construcción se elevase hacia el cielo) porque no pueden desembolsar todo el capital existente en la producción de mercancías. A medida que disminuye el crecimiento del capital que puede ser invertido en la producción de mercancías, aumenta la parte del capital invertido en las actividades financieras, hasta convertirse en la parte principal y más importante de todo el capital de un país y del capital mundial (35). Basta comparar las "actividades financieras" (títulos de acciones, obligaciones, títulos de la deuda pública de los diversos Estados, instituciones, sociedades y familias, divisas, depósitos, etc.) con el capital dedicado a la producción de mercancías para constatarlo. El precio de los diferentes componentes del capital productivo (materias primas, instalaciones industriales) equivale incluso al precio de los títulos financieros que los representan. El precio del cobre en stock de una empresa está determinado por la cotización del cobre en la Bolsa de Londres, el precio de venta de una fábrica se establece en base a la cotización en Bolsa de las acciones de la sociedad propietaria (y no en función de las máquinas, de los inmuebles, del terreno, etc.) (36).

Al comienzo de la crisis, el incremento de las actividades financieras oculta y disimula la crisis. El capitalista que no puede invertir en maquinaria, materias primas y obreros, invierte en títulos financieros, lo que evita que su capital haga una competencia ruinosa al resto del capital invertido en la producción de mercancías. Pero cuando las actividades financieras superan cierto límite (y esto sucede tarde o temprano, pues la crisis es a largo plazo y el crecimiento de las actividades financieras no es una solución a la crisis, sino solamente una de sus manifestaciones y, por consiguiente, sigue acelerándose), la crisis de superproducción absoluta de capital (que se origina y hunde sus raíces en el proceso productivo capitalista) toma el aspecto de una crisis financiera, de un desequilibrio del sistema financiero. Los propios movimientos de las actividades financieras se convierten en otro elemento de desestabilización de todo el capital, incluso del capital colocado en la producción de mercancías, y en un medio a través del cual la crisis cumple su ciclo. La crisis económica se manifiesta también en las crisis financieras (crac bursátil, pérdidas de divisas, endeudamientos que se autoalimentan, etc.). Basta tener en cuenta los efectos que tiene en la producción de mercancías el hundimiento de las acciones cotizadas en Bolsa causado por los movimientos especulativos, los efectos que tiene en la producción de mercancías el hundimiento de los precios de las materias primas (agrícolas o mineras) en las Bolsas de mercancías, los efectos que tiene la alteración de las tasas de cambio de divisas en las actividades comerciales. Basta tener en cuenta las cargas financieras (pago de intereses) que llevan a la quiebra a los Estados, empresas y familias (37).

Por tanto, no son las actividades financieras, ni la oferta "excedente" de títulos financieros, ni los movimientos financieros los que determinan y provocan la crisis general de superproducción absoluta de capital. Por el contrario, es esta crisis la que hace aumentar las actividades financieras o monetarias por encima de todo límite; la que amplifica y acelera sus movimientos que a su vez se convierten en un elemento de crisis, en un síntoma de la crisis, siendo a veces la "gota que desborda el vaso" o la "piedra que provoca una avalancha". Las empresas capitalistas se verán afectadas de lleno, a veces de muerte, por los movimientos de los títulos financieros (por ejemplo, un crac bursátil hará caer el precio de las acciones que están en cartera o un crac monetario hará caer la tasa de cambio de la moneda en la que están nominados sus créditos). Eso cuando las empresas no se ven ahogadas por los intereses que deben pagar.


Notas:

33. [Nota redactada en 2001 para la traducción castellana]. En la literatura corriente la expresión "capital financiero" es usada generalmente bajo dos acepciones sustancialmente diferentes. A veces es empleada para referirse al conjunto de las actividades financieras: la emisión de títulos (acciones, obligaciones y otros títulos financieros) y las operaciones bursátiles y de las sociedades financieras. Otras veces es utilizada para referirse a esa forma específica de capital surgida e impuesta en el curso de la segunda mitad del siglo XIX, como fusión del capital productivo de mercancías y del capital bancario y bursátil, convertida en la nueva forma dirigente del capital en la fase imperialista. Es esta última categoría de la que habla Lenin para explicar las novedades de comienzos del siglo XX.
El capital financiero, entendido según la primera acepción, existe desde los comienzos de la época capitalista, junto al capital productivo de mercancías, siendo distinto a éste, aunque en algunos casos esté relacionado con él. En la fase preimperialista, la división entre la producción de mercancías y las operaciones financieras es lo principal. Marx en la sección 5 del libro III de El Capital, escrita en 1865, habla del capital financiero (que no por casualidad llama también capital ficticio) como de una forma de capital separada y distinta del capital productivo de mercancías. La fusión que lleva al capital financiero entendida en la segunda acepción y su conversión en la forma de capital dirigente de todo el sistema económico pertenecen a los decenios sucesivos a 1865. Cuando Engels publicó el libro III de El Capital, en 1894, era consciente que necesitaba “complementar” dicho texto, escrito en 1865, “en algunos aspectos de especial importancia, para ponerlo a tono con el estado de cosas existente en 1895” (Engels, Complemento y apéndice al tomo III de El Capital, mayo de 1895). Engels afirma expresamente que pensaba en dos añadidos, uno de los cuales se refería precisamente al capital financiero. De este último sólo ha dejado desdichadamente un esquema en el que afirma que “en 1865 la Bolsa era todavía un elemento secundario en el sistema capitalista”, mientras que la situación era ya algo diferente en 1895. “Desde la crisis de 1866 la acumulación se ha desarrollado con una velocidad crecientede tal modo que en ningún país industrial, y menos que en ninguno en Inglaterra, el desarrollo de la producción ha podido mantenerse a tono con la acumulación, ni la acumulación del capitalista individual ha podido encontrar salida para valorizarse plenamente en la ampliación de la empresa de dicho capitalista”.
Lo que es típico de la fase imperialista es la fusión de las dos viejas formas de capital para formar la nueva forma dirigente del capital. La doctrina de Lenin considera como principal su unidad y su división como secundaria. Cuando nos referimos a la fase imperialista, hablamos por tanto de un capital financiero en el que se funden en un todo único tanto las actividades productivas de mercancías mediante las cuales los capitalistas extraen la plusvalía a la clase obrera como las actividades financieras. Con estas últimas los capitalistas no sólo explotan económicamente también a otras clases de los países imperialistas y a los pueblos de los países oprimidos envolviéndolos en una telaraña de deudas, créditos y pagos y en una espiral de pagos a plazos, pólizas, impuestos, tarifas, derechos, patentes, intereses y precios de monopolio, sino que subyugan y dominan a unas y otros de mil maneras diferentes. A ello hay que añadir que en la fase imperialista sobreviven tanto el capital simple productor de mercancías como el capital bursátil y monetario del viejo tipo que han existido antes de que existiese el capital financiero. De ellos se puede decir lo que Marx afirma refiriéndose a otras categorías históricas: “...la categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes en un sistema menos desarrollado o las relaciones subordinadas en un sistema más desarrollado, relaciones que históricamente existían mucho antes que el sistema se desarrollase en la dirección expresada por una categoría más concreta” que contiene las categorías más simples como sus determinaciones particulares. Pero “sería inoportuno y erróneo disponer [en la teoría económica] las categorías económicas en el orden en el que han sido históricamente dominantes. Su sucesión es en cambio determinada por la relación en la que se encuentran una y otra en la sociedad burguesa moderna y esta sucesión es exactamente lo contrario de la que parece ser su sucesión natural o de lo que corresponde a la sucesión del desarrollo histórico” (Grundrisse, Introducción de 1857). Algunas críticas dirigidas a nuestra tesis de la crisis actual como crisis general de superproducción absoluta de capital presuponen que también en la fase imperialista el capital simple productor de mercancías, más que el capital financiero, es la forma de capital dirigente. Así pues, nuestros críticos reniegan también de las enseñanzas de Lenin y de Engels. Algunos malentendidos y algunas críticas que se nos han hecho derivan de la confusión entre ambas categorías y de la arbitraria sustitución de una por otra. Debemos admitir que, en los escritos que hemos dedicado al análisis de la crisis actual, a partir de 1985, hemos favorecido también esa confusión al emplear indistintamente para las dos acepciones la misma expresión de "capital financiero". Pedimos pues a nuestros lectores que lean dichos escritos teniendo en cuenta las dos distinciones señaladas en esta nota: la distinción entre capital financiero y actividades financieras en la fase imperialista y la distinción entre capital financiero como forma secundaria del capital de la fase preimperialista y el capital financiero como forma dirigente de la fase imperialista.

34. V. I. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916.

35. (Si nos atenemos a las estimaciones corrientes, sólo el mercado de títulos financieros derivados (que no son títulos de propiedad de empresas productoras de bienes o servicios, sino títulos sobre títulos) ha alcanzado en 1994, 14.000 billones de dólares USA, es decir, el doble del producto interior bruto (PIB) anual de los Estados Unidos.

36. Es, en un caso particular, la confirmación del hecho de que los precios de las mercancías en la fase imperialista están a mil leguas de la idea simplista que tienen los propagandistas del "libre mercado" como remedio a las "distorsiones" de la vida económica de la sociedad actual.

37. Basta consultar a este respecto cualquier informe estadístico sobre la deuda de los Estados de los grandes países imperialistas y calcular en base a ella los pagos anuales que el endeudamiento hace necesarios, incluso si, por absurdo que sea, nada se ha producido.