LA CUESTIÓN DEL PCE(R)

domenica 25 giugno 2006.
 

A partir del otoño del año 2000 Arenas y algunos otros dirigentes del PCE(r), insensibles a las medidas de intimidación que el gobierno italiano de centro-izquierda estaba tomando precisamente contra los CARC y la CP al volver a exhumar y potenciar el delito de asociación subversiva introducido por el fascismo, han iniciado una campaña de calumnias y delaciones contra los CARC y la CP. La campaña ha proseguido también después que, en noviembre, la policía francesa, a instancias del gobierno español, detuviese en París a Arenas y a otros miembros del PCE(r) y de los GRAPO (1). Asimismo dicha campaña ha derivado en un intento de disgregación de la Comisión para la constitución del Socorro Rojo Internacional (SRI). En efecto, la AFAPP ha puesto como condición a su participación en dicha Comisión la expulsión de la ASP (Asociación de Solidaridad Proletaria) de la misma y su exclusión de todo tipo de participación en las labores del SRI. La última demostración de esta campaña de calumnias y delaciones hasta ahora conocida por nosotros es el artículo publicado en Resistencia n. 54 (abril del 2001). Por cuanto le afecta, la CP ya ha desmentido las calumnias y denunciado las delaciones en su Comunicado del 2 de abril y en el escrito La calumnia como arma de la lucha política difundido el 8 de abril de 2001. Esta campaña, aunque innoble y vergonzosa, tiene sin embargo, en mi opinión, implicaciones de tipo político e ideológico que interesan a todo el movimiento comunista internacional. Merece la pena, pues, esclarecerlas como contribución al renacimiento del mismo.

Existe entre nuestros camaradas una cierta aversión a las polémicas. Esta aversión está más que justificada cuando las polémicas se reducen a insultos y delaciones como los que Arenas y sus camaradas han lanzado hasta ahora. Precisamente por esto, es indispensable mostrar el fondo político e ideológico que se oculta tras esta polémica. Sólo así la aversión no se convertirá en fastidio y repulsa hacia la labor que llevamos a cabo en pro del renacimiento del movimiento comunista. De esta forma, en definitiva, convertiremos el daño que Arenas y compañía han hecho en un reforzamiento de nuestro movimiento. En cuanto a la necesidad de que el movimiento comunista no tema las polémicas y escisiones, sino que lleve a cabo en su interior una lucha encarnizada contra las desviaciones, recordamos a nuestros lectores unas palabras de Stalin, extraídas del vol. 5 de las Obras completas que Edizioni Rapporti Sociali acaban de publicar: “A menudo nuestros camaradas (y no sólo los mencheviques) acusaron a Lenin de inclinarse demasiado por la polémica y la escisión, de combatir con intransigencia a los conciliadores, etc. Indudablemente tanto una como otra tuvieron lugar en su momento. Pero no es difícil comprender que nuestro partido no habría podido desembarazarse de la debilidad interna y del amorfismo, ni lograr la fuerza y solidez que le son propias, si no hubiese expulsado de sus filas a los elementos no proletarios y oportunistas. En la época del dominio burgués, el partido proletario sólo puede desarrollarse y reforzarse en la medida que lucha, en su propio seno y en el seno de la clase obrera, contra los elementos oportunistas, hostiles a la revolución y al partido” (Lenin, organizador y jefe del Partido comunista de Rusia, 1920).

La campaña de delaciones y calumnias lanzada contra nosotros por Arenas y algunos otros dirigentes del PCE(r) está estrechamente ligada, o mejor, es consecuencia directa de la constitución, en junio del 2000, de la Fracción Octubre del PCE(r) (La Gaceta) y de las contradicciones que han estallado en el PCE(r) a causa de la crisis que arrastra desde hace ya muchos años. Por ello debemos partir de la misma para exponer las implicaciones políticas e ideológicas de la actual campaña de calumnias y delaciones.

El PCE(r) nació del movimiento marxista-leninista surgido en los años 60, tanto en España como en otros países, en oposición al revisionismo moderno capitaneado por Kruschev y en respuesta al llamamiento lanzado por el Partido comunista chino y el Partido del Trabajo de Albania. El partido fue fundado en 1975 y ha llevado a cabo durante años una eficaz e importante labor que, como supongo, mis lectores conocerán.(2)

Ahora bien, desde hace aproximadamente 15 años a esta parte el PCE(r) está viviendo un lento declive. El número de camaradas incorporados no compensa el número de los que abandonan el partido, ni el de los camaradas presos que, una vez puestos en libertad, se mantienen al margen de su actividad. La influencia política del partido entre la clase obrera y las masas populares está en constante declive. Esta es una realidad que todos los miembros y dirigentes del partido conocen. Quien de alguna manera ha tenido alguna relación con el partido o con sus círculos próximos ha podido darse cuenta de ello. Una confirmación de esto se puede extraer del resultado de las elecciones europeas del 99, en las que el PCE(r) dio la consigna de votar por Herri Batasuna y su coalición electoral Euskal Herritarrok (a ésta se la podía votar en cualquier región de España): la coalición no logró ningún aumento sustancial de votos con respecto a los anteriores comicios europeos en ninguna región en la que el partido está presente de alguna manera. Este prolongado período de declive repercute en el estado de ánimo y en la conciencia de los miembros del partido en activo y limita también su energía.

¿A qué se debe este declive que se prolonga desde hace años?

El partido no ha abierto nunca un debate sobre esta cuestión. Este es un primer indicio del método malsano que sigue la dirección, sobre el cual volveremos más adelante. No obstante, tanto en la prensa del partido como en sus congresos el problema está presente. También el último congreso, el cuarto, realizado en la segunda mitad del 98, se ha desarrollado y concluido bajo el lema de la rectificación del partido. Ha sido, sin embargo, una rectificación de contenidos tan genérica y ritual que se ha perdido rápidamente su traza: tal y como sucedía en la lucha contra el burocratismo y la corrupción en el PCUS durante la época de Breznev, un tema recurrente en cada congreso, que nunca tenía resultados prácticos. El partido no ha dado una respuesta explícita a la pregunta antes planteada. Pero en la prensa y en los documentos congresuales del partido se encuentran implícitas diversas y contradictorias respuestas. Señalaré algunas de ellas, con la advertencia de que nunca nadie en el partido las ha formulado tan claramente. Por consiguiente, quien no se sitúa en una posición autocrítica y busca argumentos para sofocar las críticas, lo tendrá fácil para negar haber dado alguna vez semejantes respuestas.

Una de las respuestas es que la causa del declive se debe a la situación objetiva de la lucha de clases en España, caracterizada cada vez de forma diferente: unos la caracterizan en base a la represión llevada a cabo por el gobierno español, otros en base al bienestar de la clase obrera española, a la desmoralización creada por el hundimiento del campo socialista o por la crisis en que se encuentra el movimiento comunista a nivel internacional. Los que han dado esta respuesta piensan que sólo una próxima guerra imperialista dará un vuelco a la situación; así pues, el partido debe “defender los principios”, sobrevivir y esperar una coyuntura favorable. Sobrevivir es ya una victoria.

Otra respuesta que aparece en la prensa del partido atribuye su aislamiento al apoyo que el Partido ha prestado siempre a la lucha armada de los GRAPO. Quien la adelanta (por ejemplo: Resistencia n. 47 págs. 22-23) no explica sin embargo porqué el partido persiste de alguna forma en el apoyo a la lucha armada si ésta precisamente limita la acumulación de fuerzas revolucionarias más que favorecerla. La respuesta a esta pregunta se ha expresado soterradamente de forma diversa. Una ha sido la pretensión de abandonar el apoyo a la lucha armada y desarrollar una actividad pública legal, que el PCE(r) se declaró dispuesto a asumir, en el caso de las negociaciones llevadas a cabo en 1996 con el gobierno de Aznar (aunque iniciadas con el anterior gobierno de González). Otra se ha expresado en la tesis de que la lucha armada y la clandestinidad del partido están impuestas por el carácter todavía fascista del régimen político español y que por tanto no tendrían razón de ser si la burguesía imperialista democratizase realmente su régimen, posiblemente tras una negociación con el PCE(r). Esta última tesis ha sido puesta en cuestión en Italia tanto en la presentación a la recopilación de escritos del PCE(r) ¿Qué camino debemos tomar? de 1987, como en la correspondiente a La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista de 1997.(3)

Sea cual sea el valor de las explicaciones indirectas que hemos citado, el declive de las fuerzas del partido y de su influencia es una realidad que no se ha afrontado abiertamente y que se traduce en la difusión de un estado de ánimo de descontento, desilusión y desconfianza entre los militantes del partido, en vez de encontrar la vía para superarlo mediante el debate abierto. La dirección intenta de vez en cuando levantar la moral de la militancia recurriendo a fanfarronadas (la última más clamorosa es la de presentar los diez millones de abstención en las elecciones generales del 2000 como que “diez millones de trabajadores boicotean al régimen” -Resistencia n. 48, marzo 2000) o a juegos de palabras con los que se intenta demostrar que el partido, “en realidad”, ha derrotado al régimen aunque no lo ha vencido. En general estos juegos de palabras ponen el acento en las dificultades que el gobierno español encuentra, no muy diferentes a las que encuentran los gobiernos de todos los países imperialistas, agravadas en alguna medida en el caso de España por los movimientos nacionales, especialmente en el caso del País Vasco. El partido sostiene que estas dificultades del gobierno burgués son resultado de su actividad, con lo cual la jugada resulta redonda. Es como si en Italia sostuviésemos que el gobierno Prodi ha caído porque no ha conseguido acabar con los CARC, que el gobierno D’Alema ha caído a causa de la constitución de la CP, o que cada episodio o aspecto de la crisis política de la burguesía imperialista es resultado de nuestra actividad. La crisis política de la burguesía imperialista es un proceso real, un aspecto de la crisis general del capitalismo: para quien lo cree se puede siempre sostener que es consecuencia de nuestra actividad. Pero las mentiras y la palabrería, por muy brillantes que sean, no modifican la realidad. Esta es para nosotros la fase de recogida, formación y acumulación de fuerzas revolucionarias (en particular para nosotros, comunistas italianos, la tarea central de la fase es la de preparar las condiciones para la constitución del partido). La justeza de nuestra línea se verifica (y la eficacia de nuestras iniciativas se mide también) por los progresos realizados en la recogida, formación y acumulación de las fuerzas revolucionarias. Estos progresos no son resultado espontáneo de la crisis general del capitalismo, sino solamente fruto de la existencia y justa actividad del partido. Hacer depender la verificación de la justeza de nuestra línea y la medida de la eficacia de nuestra labor de las crecientes manifestaciones de la crisis general del capitalismo supone confundir la movilización revolucionaria de las masas con la movilización contrarrevolucionaria de las mismas (la tesis de los “diez millones” antes citada es un ejemplo). Esto significa renunciar a realizar nuestra propia tarea histórica.

¿Qué es lo que provoca en realidad el declive del PCE(r)? Pienso que la causa de este declive estriba en la línea errónea que ha seguido desde el fin de la Reforma (1976-1982), es decir, precisamente, a grandes rasgos, desde mediados de los años 80. El partido dijo justamente que la Reforma era una operación de la burguesía imperialista para continuar manteniendo el poder no obstante el desgaste del régimen franquista y enunció la verdad universal de que “no hay retorno del fascismo a la democracia burguesa”. Pero después que la burguesía imperialista, a pesar de los esfuerzos del partido, logró llevar a término la Reforma, el partido, al mantener, en contra de la realidad, que la Reforma significaba simplemente “la continuación del franquismo sin Franco”, no ha señalado claramente el hecho de que el fascismo es sólo una de las formas de la contrarrevolución preventiva. En realidad, con el éxito de la Reforma, España ha pasado a ser en líneas generales un país semejante a los demás países imperialistas. El éxito de la Reforma obligaba al PCE(r) a modificar su táctica. Cosa que el partido no ha hecho. De ahí su declive.

Viendo las cosas desde un punto de vista histórico, la “fortuna” del PCE(r) ha consistido en el hecho de que el movimiento marxista-leninista en España (la lucha contra el revisionismo moderno) se ha medido con un régimen todavía fascista y con un partido revisionista ya degenerado, liquidador y conciliador con el régimen (a diferencia, por ejemplo, del partido revisionista portugués). Por consiguiente, el PCE(r) ha heredado también, además de lo positivo, lo negativo de la Tercera Internacional, así como sus límites. No ha “superado” sustancialmente los planteamientos de la Tercera Internacional. Ha permanecido como algo semejante a la izquierda dogmática de los viejos partidos comunistas y al movimiento marxista-leninista de los años 60 que combatieron al revisionismo kruschovista (liquidador abierto de la lucha de clases) y que, por el contrario, en cambio han estado de acuerdo en una cierta medida con el revisionismo de Breznev que “hacía frente” al imperialismo yanqui y “apoyaba” a los movimientos de liberación nacional que luchaban contra las viejas potencias colonialistas. El carácter erróneo de la línea de Breznev ha sido demostrado por los hechos. Por ello no me detendré aquí a explicarlo. El hecho de que el PCE(r) haya tenido y alimentado ilusiones, primero, en el régimen de Breznev y, posteriormente, en el régimen de Teng Hsiao-ping, como se pone de manifiesto en la prensa del partido de la época, confirma el análisis que hago. Es preciso recordar que Liu Shao-chi, Teng Hsiao-ping, Grippa (Bélgica) y a su manera Breznev y compañía también lucharon durante un cierto período contra el revisionismo impuesto por Kruschev. Fueron la Revolución Cultural Proletaria y el maoísmo los que señalaron el tránsito del esfuerzo (destinado al fracaso) por conservar concepciones, líneas y métodos del viejo movimiento comunista (que se oponía a la liquidación de la lucha de clases, pero no extraía las lecciones de la experiencia de su propia historia), al esfuerzo por elaborar y aplicar esas lecciones. Dicho de otro modo, el PCE(r) ha encarnado un fuerte instinto de clase que ha sido suficiente para rechazar la colaboración con el nuevo régimen que la burguesía ha impuesto con la Reforma. Pero una vez que la burguesía instauró con la Reforma el nuevo régimen de contrarrevolución preventiva, los límites del viejo movimiento comunista han paralizado cada vez más la actividad política del PCE(r). De ahí la crisis. Sin embargo, esta crisis se prolonga desde hace años y no puede durar indefinidamente. En términos de concepción y de línea, el PCE(r) se dividirá inevitablemente en dos (esto no quiere decir que esa división se traduzca al plano organizativo, ya que las personas pueden optar todas o casi todas por una dirección u otra). Por una parte, quien persista en el dogmatismo se empeñará cada vez más en justificar el declive y en resignarse al mismo, caerá en el pesimismo y propugnará la liquidación del partido: en las actuales condiciones del movimiento comunista, una dirección dogmática (no me refiero a los dogmáticos esporádicos que en cualquier partido van a remolque de una dirección m-l-m) tarde o temprano “estalla”. Por otra, quien dé el salto, es decir, quien adopte una actitud autocrítica, asumirá cada vez más coherentemente el marxismo-leninismo-maoísmo.(4)

La actual dirección dogmática del PCE(r) muestra ya síntomas claros de pesimismo y degeneración liquidadora, como antes he señalado. Las pasadas negociaciones y los reiterados esfuerzos del PCE(r) en entablar nuevas negociaciones contienen una línea liquidadora. Obviamente no quiero decir que “no se negocia nunca con el propio enemigo”: la guerra de clase, precisamente porque es una guerra, conlleva ataque y defensa, ofensivas y retiradas, campañas y pausas. La línea liquidadora estriba en poner sobre el mismo plato de la balanza, como contrapartida, que el enemigo debería permitir lo que debido a su propio interés no niega: la actividad política pública del partido clandestino. Es un hecho que desde hace años las AFAPP realizan una actividad política abierta que sin embargo el partido no reconoce y no hace suya, con lo cual no desarrolla su potencialidad: la considera más bien como una especie de refugio para quien no quiere o no puede pasar a la clandestinidad. A cambio de esa “concesión” del enemigo, la dirección dejaría de apoyar la lucha armada de los GRAPO y pondría fin al carácter clandestino del partido. Esta es la línea derechista que se está desarrollando subrepticiamente en el PCE(r) bajo el manto del dogmatismo y del militarismo y que tarde o temprano se impondrá ante el persistente declive, a no ser que se lleve a cabo una rectificación real. El carácter malsano de la negociación se confirma también por el hecho de sacar a colación, como cobertura de la línea liquidadora y como justificación de cada maniobra, una contrapartida que ningún gobierno burgués puede conceder porque es económicamente imposible (en el sentido expuesto por Lenin en su escrito En torno a una caricatura del marxismo de 1916, Obras completas, vol. 23): una democratización, una “ruptura” que democratice al régimen en un sentido sustancialmente diferente a lo que es ya - con la añadida alusión a “rupturas” (en Grecia, en Portugal) que habrían logrado el milagroso resultado de crear regímenes “verdaderamente democráticos” (de retornar del fascismo a la democracia burguesa).

La crisis del PCE(r) tiene pues origen en la concepción del mundo que lo dirige y en sus manifestaciones políticas. Esta crisis se perpetúa y agrava debido al clima que la dirección crea en el partido. En La calumnia como arma de la lucha política la CP ha señalado claramente que los revisionistas modernos han impuesto en los partidos comunistas un centralismo democrático hecho de disciplina militarista y de obediencia al margen de los contenidos políticos, una disciplina que no se concibe como un medio para aplicar una línea justa, sino como un medio para imponer en el seno del partido la línea de quien está en la dirección: en pocas palabras, mucho centralismo y ninguna democracia. La degradación del centralismo democrático es un resultado necesario del triunfo de la derecha en el movimiento comunista, fenómeno que se ha generalizado a partir de los años 50. No se trata de burocratismo como afirman los trotskistas. Nosotros necesitamos una burocracia (es decir, funcionarios, especialistas de la actividad política, revolucionarios profesionales), por decenios y decenios tendremos necesidad de ello: es totalmente falso que el origen de la degeneración del centralismo democrático esté en la burocracia, en algo que sólo los anarquistas piensan que podemos eliminar de pronto. Con el falso (e inamovible) blanco de la burocracia los trotskistas desvían la atención del núcleo del problema. Este reside en la naturaleza de clase de la concepción, de la línea y de los objetivos del partido. Para desviar la atención de ello los trotskistas se apoyan en las tendencias anarquistas propias de la pequeña burguesía: ¡no a la burocracia! El éxito del trotskismo entre los intelectuales, su escasa atracción política entre los obreros y su nihilismo históricamente demostrado en el plano político son un producto y una constatación tanto de su naturaleza real como de la experiencia y mentalidad sobre la que el trotskismo se sustenta para existir.

Los revisionistas modernos se han apoyado en la justa y férrea disciplina que existía en los partidos comunistas y que fue un factor indispensable de los éxitos logrados por el movimiento comunista en la primera mitad del siglo XX. Han desarrollado unilateralmente errores secundarios ya presentes en el movimiento comunista consistentes en considerar la disciplina como un factor independiente de la línea política. Han combinado la disciplina férrea con una línea anticomunista. Obviamente una dirección que quería imponer en un partido comunista una política anticomunista, al comienzo podía aprovecharse del hábito del partido y de sus miembros a una disciplina férrea, unido a una cierta confianza en la dirección, motivada por los éxitos alcanzados hasta entonces; podía aprovecharse también de una cierta falta de vigilancia revolucionaria en el campo ideológico y político y de una cierta confusión inevitable en todo período de transición (en el que es preciso descubrir la nueva línea justa y en el que, por tanto, la contradicción de clase se mezcla fácilmente con la contradicción entre lo nuevo y lo viejo y con la contradicción entre lo verdadero y lo falso). Pero esta dirección revisionista sólo se ha podido mantener después con un régimen de chantajes, amenazas, embrollos, complots, intrigas, relaciones personales, privilegios y corrupción. En suma, transformando el partido en un manojo de fracciones que no se reconocían como tales porque la misma dirección estaba al mismo tiempo al frente de la fracción más grande y garantizaba la coexistencia entre todas ellas. ¿Cabe pues extrañarse que en todos los partidos revisionistas las fracciones tendiesen a hacerse cada vez más autónomas, que la burguesía imperialista utilizase políticamente a las fracciones y sus contradicciones? ¿Acaso debemos extrañarnos de que nada más declararse la legalidad de las fracciones, éstas se encontrasen ya bien constituidas, al igual que en 1990 aparecieron de repente en los países socialistas, casi por ensalmo, los nuevos propietarios apenas fue legalizada la propiedad privada de los medios de producción? Los comunistas representamos los intereses reales de la clase obrera y, en cierta medida, también del resto del proletariado y de las masas populares (5). Los comunistas nos basamos en la experiencia de la clase obrera, del proletariado y de las masas populares: por eso estamos sumamente interesados en basarnos en la democracia, en apelar a la experiencia de los miembros del partido, de los obreros, de los proletarios y de las masas populares. La experiencia de la clase obrera, del proletariado y de las masas populares confirma las concepciones, líneas y métodos justos y corrige los equivocados. Para los comunistas la democracia no es una concesión, sino un medio indispensable para el logro de nuestro objetivo: nosotros tenemos necesidad de un número cada vez mayor de compañeros que participen en la elaboración y definición de la línea y de las medidas para aplicarla, que contribuyan con su experiencia a enriquecer nuestra elaboración. La derecha por el contrario adopta una política contraria a la experiencia de los miembros del partido comunista, de los obreros, de los proletarios y de las masas populares. Debe pues recurrir para imponerla al embrollo, a la disciplina, a los complots, a la división, a la corrupción, al clientelismo, a la ignorancia, a las intrigas, a la resignación. Para nosotros la disciplina es un medio para aplicar la línea, la línea es fruto de la democracia. La derecha debe recurrir necesariamente a la disciplina para hacer aceptar e imponer su línea.

Así pues los revisionistas modernos han tenido que alterar también profundamente las relaciones internas en los partidos comunistas, transformando a éstos en cuarteles disciplinados, pero al mismo tiempo divididos profundamente en su seno. Los nuevos partidos no nacen de la nada. El PCE(r) ha heredado mucho, también de lo negativo. A medida que la línea política se ha ido alejando de los intereses reales de la clase obrera, las contradicciones han surgido con más fuerza, hasta el punto de que la dirección, al no querer poner en discusión la línea por ella seguida, se ha visto obligada a aislar, marginar y rechazar las críticas, tanto las justas como las equivocadas que se le hacen. Las ideas justas no podían, no tenían la posibilidad de elaborarse, reforzarse ni enfrentarse con las ideas erróneas. El aislamiento, la marginación y la expulsión provocan a su vez el silencio, anulan el entusiasmo, fraccionan al partido y lo desmoralizan, llevan a los militantes a alejarse del partido y frenan la adhesión de nuevos miembros. Todo esto perpetúa y agrava la crisis política.

Una vez que la dirección ha logrado imponer semejante clima, la lucha por la rectificación del partido se hace aún más difícil. Los camaradas que no se resignan a la liquidación del partido deben encontrar los métodos y adoptar las medidas necesarias para proseguir la lucha por la rectificación del partido. En el viejo PCI, Secchia y otros representantes de la izquierda cometieron el error de sentirse vinculados a la disciplina cuartelera con la que Togliatti y sus socios impusieron la línea derechista de corrupción y liquidación del partido. Cuáles eran los métodos a los que se podía recurrir, qué medios eran los más adecuados a la situación, cuáles podrían ser más eficaces, eso era lo que les correspondía a ellos encontrar. Pero desde el punto de vista de los principios ningún medio debía excluirse, porque se trata de una lucha por la supervivencia o la muerte del partido comunista, como ya la experiencia ha confirmado. Así pues, la línea que los camaradas de la Fracción Octubre (FO) exponen en el artículo Un fraccionalismo unido a una concepción errónea sobre la lucha ideológica (La Gaceta n. 2) puede ser justa en líneas generales. El comportamiento de la dirección del PCE(r) con respecto a la FO y la campaña de calumnias y delaciones contra los CARC y la CP demuestran que la posición de los camaradas de la FO es esencialmente justa. Antes los miembros de otros grupos y partidos comunistas no estaban en condiciones de hacer una valoración sobre el régimen de funcionamiento interno del PCE(r), si bien, como señalaré a continuación, teníamos ya algunos elementos de juicio. Pero la forma en la que la dirección ha afrontado la constitución de la FO, el hecho de que trate de sofocar las críticas, el hecho de que no sólo no utiliza la lucha entre las dos líneas como instrumento de crecimiento y fortalecimiento del partido, sino que trata de sofocarla recurriendo a injurias, calumnias, maniobras, chantajes e intrigas, confirma y demuestra plenamente todo cuanto afirman los camaradas de la FO acerca del modo en que la dirección del PCE(r) afronta las divergencias dentro del partido. Así han actuado las direcciones de los partidos revisionistas: se sabe y está documentado que dichas direcciones, llevadas por la férrea lógica de su nefasto papel, han llegado en muchos casos hasta la colaboración con el enemigo de clase para liquidar a los camaradas que les criticaban y a los que de otra forma no lograban acallar. No debemos extrañarnos que de tal palo, surja tal astilla. Si la dirección del PCE(r) persiste en su línea, cabe esperar de ella cualquier cosa.(6)

¿ Por qué los CARC y la CP se han visto envueltos en esta lucha que se ha desencadenado en su origen como una lucha interna del PCE(r), aunque, como se ha demostrado, tenía y tiene muchos aspectos que interesan a todo el movimiento comunista internacional?

Las divergencias de los CARC con el PCE(r), al igual que la solidaridad de los CARC con el PCE(r), con sus militantes presos y con la clase obrera, el proletariado y las masas populares de las distintas nacionalidades oprimidas por el Estado español, vienen de lejos. Pero ahora no viene al caso hablar de esta solidaridad, sino de las divergencias.(7)

Ya en las presentaciones de ¿Qué camino debemos tomar? (1987) y de La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista (1997) los CARC pusieron de manifiesto dos cuestiones sobre la posición del PCE(r) 1. en cuanto al régimen político de países imperialistas como Italia, Alemania, Francia y EEUU (que el PCE(r) consideraba como democrático en contraposición al de España, que supuestamente era todavía un régimen fascista: - franquismo sin Franco), así como con relación a las características que debían tener los partidos comunistas que se están construyendo en esos países, y 2. en cuanto al reconocimiento del maoísmo como tercera etapa superior del pensamiento comunista, tras el marxismo y el leninismo.

En 1990, en el número 8 de Rapporti Sociali apareció el escrito La restauración del modo de producción capitalista en la Unión Soviética. En el mismo la redacción se autocriticaba, por una parte, por la tesis del socialimperialismo, expresada por ejemplo en la publicación de Los hechos y la cabeza (I fatti e la testa) de 1983. Esta autocrítica se había visto favorecida de alguna manera por la tesis sustentada por PCE(r) de que “no hay retorno del socialismo al capitalismo”. Pero, por otra parte, la redacción salía al paso de las ilusiones existentes en el PCE(r) acerca de Breznev y también de Gorbachov, en el sentido de que pudiesen llevar a cabo el restablecimiento del socialismo en la URSS. Esas mismas ilusiones se dejaban sentir en el caso de Teng Hsiao-ping ante la posibilidad de que pudiese suceder otro tanto en China. La tesis del n. 8 de Rapporti Sociali ha sido desarrollada detalladamente después en Rapporti Sociali n. 11 (1991), en el escrito Sobre la experiencia histórica de los países socialistas.

Las divergencias entre los CARC y el PCE(r) en cuanto a la crisis de superproducción absoluta de capital fueron expuestas abiertamente también por Arenas. Y precisamente en dos artículos: Sobre la crisis de superproducción de capital (en Resistencia n. 24, abril de 1994) y La superconfusión absoluta (Sobre la crisis y hundimiento del sistema capitalista) publicada como suplemento del Resistencia en septiembre de 1996. El primer artículo de Arenas fue publicado también en francés en el libro La segunda crisis general del capitalismo, Editions Correspondances Révolutionnaires, junto a la recopilación completa de escritos de los CARC dedicados al tema hasta 1996. El segundo artículo de Arenas tuvo como motivo un escrito, citado pero no publicado, elaborado por Mario Quintana, miembro del PCE(r), bajo el título Del romanticismo al revisionismo (Superproducción, crisis y hundimiento del capitalismo). Los CARC respondieron por así decir al primer escrito de Arenas con el artículo Por el debate sobre la causa y la naturaleza de la crisis actual, en Rapporti Sociali n. 17/18, otoño 1996. Digo “respondieron por así decir”, porque en ese artículo se retoma la teoría de la crisis de superproducción absoluta de capital, ilustrándola más ampliamente y tocando algunos aspectos que antes no se habían abordado, dando a entender que Arenas debía antes estudiar y comprender las cosas de las que quería hablar. En efecto, la respuesta más directa al escrito de Arenas debía ser simplemente ésta: Arenas hablaba de cosas que no conocía y sobre las que ni siquiera se tomaba el esfuerzo de estudiar. De la lectura de su artículo se desprendía claramente que había leído solamente uno de los seis artículos que Rapporti Sociali había dedicado hasta entonces al tema y que ni siquiera lo había comprendido. Había oído que los CARC hablaban también del capital financiero y había partido lanza en ristre contra los CARC afirmando que situaban el origen de la crisis actual en las contradicciones específicas del capital financiero, con lo que daban de lado, por tanto, al capital productivo y caían en el idealismo. En cuanto al artículo en el que Arenas maltrataba a Mario Quintana (cuyo escrito, nunca publicado, es muy valioso, aunque contenga también algunos errores graves: entre otros sostiene que Rapporti Sociali tiene en cuenta la disminución de la tasa de ganancia, pero no la disminución de la masa de ganancia, es decir, lo contrario de lo que claramente se ha escrito en Rapporti Sociali), va todavía mucho más por las nubes y rezuma tanta más arrogancia por cuanto muestra una mayor ignorancia sobre el tema.

Estas intervenciones de Arenas, además de los errores de contenido, ponían de manifiesto claramente un aspecto importante de la cuestión a la que ahora me refiero. El máximo dirigente del PCE(r) era poco dado a estudiar las cuestiones que abordaba, pero no por ello dejaba de presentarse como gran doctor en cuestiones que no conocía. Todo lo contrario, en suma, de lo que debe ser un dirigente comunista. Si además tenemos en cuenta el trato dado a su compañero de Partido, Mario Quintana, es para que se nos erizen los cabellos. Desde entonces Mario Quintana, por cuanto conozco, no se ha atrevido nunca a escribir sobre el tema del que entendía mucho más que Arenas. Esta forma de afrontar la lucha en el campo teórico no era para Arenas algo casual, ni estaba motivada por su antipatía hacia los CARC o Quintana. Basta considerar el vengonzoso libelo El maoísmo y la caricatura del marxismo publicado por Arenas contra el presidente del Partido comunista peruano, Gonzalo, en 1993, pocos meses después que éste fuese detenido. Sin ningún respeto por el revolucionario prisionero y por la verdad, Arenas hizo, literalmente en base a una sola frase extrapolada del contexto, una verdadera denigración del pensamiento de Gonzalo, sin ni siquiera tener en cuenta el hecho, evidente para cualquiera que tenga buen sentido, que, por muchos errores que se le puedan atribuir, algo de justo debe haber en el pensamiento de Gonzalo para que haya impulsado y dirigido durante tantos años una guerra popular revolucionaria. En la lucha teórica entre comunistas, un crítico capaz debe “superar” a su adversario, es decir, comprender las razones del posible error, el problema que se ha intentado resolver y aportar la solución justa. De otra manera no se tratará de una crítica, sino de una denigración (cosa errónea) o de una simple protesta (cosa limitada).

En fin, la CP dedicó el n. 5 de La Voce (julio del 2000) a la crítica del pesimismo acerca de la posibilidad de recoger y acumular fuerzas revolucionarias en la situación actual (El terreno es fértil, nuestra táctica no está todavía asentada) y a la crítica del dogmatismo, “es decir a la crítica de las concepciones de aquellos camaradas que sostienen que ‘lo que había que decir sobre el imperialismo ha sido ya dicho esencialmente por Lenin’, por lo que no tenemos más que aplicarlo, ya que nada nuevo hay que aprender de nuestra práctica y de la historia del movimiento comunista posterior a Lenin; a la crítica de las concepciones de esos camaradas que liquidan el maoísmo con el razonamiento escolástico, casi un silogismo, de que habiendo Lenin elaborado la teoría del imperialismo y encontrándonos todavía en la fase imperialista del capitalismo, no puede existir una tercera y superior etapa del pensamiento comunista posterior al marxismo-leninismo”. La CP no nombraba a Arenas por su nombre y apellido, tanto porque, dada la arrogancia y susceptibilidad del personaje, lo consideraba contraproducente (“combatir la enfermedad para salvar al paciente”, “endulzar la medicina para que el enfermo la tome”), como porque en la polémica a nivel internacional es preciso ser tan claros como prudentes y modestos. Pero Arenas justamente se ha sentido aludido.Téngase en cuenta por lo demás que en Resistencia y Antorcha aparecen frecuentemente tesis como la de que “ los oportunistas [y no la burguesía imperialista] son los enemigos principales”, “la tarea del partido es la de transformar las luchas reivindicativas en luchas políticas llevando a los obreros a adoptar métodos de lucha violentos” (parecen las tesis de Rossoperaio). Es obvio que Rapporti Sociali por una parte y La Voce por otra vienen saliendo insistentemente al paso de estas y otras tesis erróneas. Todo esto era intolerable para Arenas, dado que a lo largo de años se han establecido lazos entre los camaradas italianos y los camaradas del PCE(r), numerosos presos del PCE(r) leen la prensa italiana y la prensa de los comunistas italianos tiene un cierto prestigio en España y en general en el extranjero. Así que si antes la cosa era fastidiosa para Arenas, resultaba intolerable en el momento en que algunos de sus camaradas no sólo no daban por buenas sus teorías y fanfarronadas, ni cedían a presiones y chantajes, sino que, aislados y expulsados por tal “indisciplina” en el terreno teórico, antes que resignarse y aguantar, alzaban la bandera de la rectificación del partido y constituían un centro (la Fracción Octubre) para agrupar a los camaradas decididos a salvar el partido. Arenas ha identificado a los CARC y a la CP como “instigadores” de sus camaradas: si éstos se atrevían a resistir a su influencia y a enfrentarse a él, no podían más que estar influenciados por otros. Pero antes que a nosotros, comunistas italianos, Arenas ya había identificado como instigador de los disidentes nada menos que a Mao Tse-tung, como a continuación mostraré. Por tanto, estamos en buena compañía.

En efecto, creo que deberíamos estar muy contentos si hubiésemos contribuido verdaderamente, aunque sólo sea en una pequeña medida, a romper, al menos en algunos camaradas, la resignación al declive del PCE(r). Trabajar bien para construir un verdadero partido comunista en nuestro país no puede más que tener efectos beneficiosos también en ellos y reforzar también en otros países la lucha por construir o reforzar verdaderos partidos comunistas. La teoría revolucionaria es “libre”, no conoce fronteras ni cárceles. Es como el viento que penetra por todas partes y transporta semillas que prenden allí donde el terreno es fértil. También Arenas reconoce la importancia de la teoría, el papel que no sólo nosotros, sino también otros “instigadores” desempeñan a la hora de alimentar la lucha por la rectificación. Nada más celebrarse el 4° congreso del PCE(r), al tiempo que la rectificación proclamada en el congreso desaparecía de la circulación, Arenas lanzó un ataque por todo lo alto contra Mao y el maoísmo, planteándolo como si se tratara con ello de revalorizar a Stalin. En la revista Antorcha aparecieron tres artículos suyos, la “trilogía” (Línea de masas y teoría marxista del conocimiento, en Antorcha n. 2; Lo universal y lo particular, en Antorcha n. 4; El problema de la identidad, en Antorcha n. 5), que en esencia suponen la liquidación del maoísmo en nombre de la recuperación de Stalin, el cual es presentado según el cliché propagandístico propio de los anticomunistas. La razón de tanto cambio de camisa (hasta entonces el PCE(r) se había declarado maoísta, pues ha surgido del movimiento marxista-leninista de los años 60, de la OMLE) reside no en las tesis mantenidas en dichos artículos (quien tenga la paciencia de leerlos se dará cuenta de la inconsistencia de sus razonamientos), sino que, a la vista del creciente descontento ante una línea que lo lleva paso a paso a la liquidación, responde a la necesidad de enrocar al partido en una posición monolítica y de defensa a toda costa de su actual posición, a la necesidad de justificar “teóricamente” el método de liquidar cualquier divergencia o crítica. Si Arenas ha atacado y repudiado a Mao para defenderse, ¡cómo no iba a lanzarse contra los CARC, la CP y sus teorías que “avalan” a los camaradas de la FO que se le oponen!

Decía antes que deberíamos estar muy contentos de haber contribuido verdaderamente, aunque sólo hubiera sido en una pequeña medida, a romper, al menos en algunos camaradas, la resignación al declive del PCE(r). Yo espero que la lucha por la rectificación del PCE(r) tenga éxito y que él ocupe el puesto que su glorioso pasado y su rica experiencia de lucha le permiten ocupar en el movimiento comunista. La saña con la que Arenas lanza injurias y delaciones contra nosotros y la saña con la que denigra a sus propios camaradas indican que éstos no están aislados. Lo que sería un buen síntoma de la posibilidad de que el PCE(r) retome una posición justa.

Hago un paréntesis sobre las delaciones. El término puede sonarle a algunos fuerte. Pero precisamente de delaciones se trata, cuando, sean o no verdaderos los hechos a los que se hace referencia (y la falsedad, al menos en algunos casos, es evidente), se difunde a diestro y siniestro que los CARC y la CP serían la misma cosa (como ya sostiene la policía italiana), que se habrían mantenido relaciones orgánicas entre la CP y el PCE(r), que el PCE(r) habría entregado dinero a la CP y le habría aportado ayuda de todo tipo, lamentando que la CP no se hubiese mostrado reconocida por semejantes ayudas y no hubiera apoyado (por el dinero recibido) a la dirección del PCE(r) cualquiera que sea la línea que ésta siga. Dar informaciones que sugieren a los sabuesos de la policía una línea de investigación para que la valoren (que sean verdaderas o falsas es otra cuestión), ¿acaso no es hacer una delación? Decía antes de los métodos de los revisionistas modernos que se asemejan a los de la burguesía. De Arenas y compañía, si no hacen una autocrítica sobre la concepción y la línea que les ha conducido a la actual situación de enrocamiento y defensa desesperada, cabe esperar cosas mucho peores de las que hemos visto hasta ahora.

El aspecto positivo de la situación es que, aunque nos hayamos visto obligados a ello, ahora ya estamos en lucha, tenemos una posición justa y debemos combatir.

Las calumnias hay que rechazarlas y desenmascararlas cuando sea posible, en cualquier caso sin recurrir nunca a la delación (como Arenas y compañía están haciendo). Las calumnias difundidas por Arenas si no las rechazamos inducirán a otros camaradas al error y nos cortarán algunas relaciones y apoyos. Por otra parte haríamos un mal servicio a los camaradas que luchan por la rectificación del PCE(r). Pero sobre todo debemos intensificar la lucha en el campo teórico, ideológico y político, sin entrar sin embargo a decir cómo están las cosas en España y lo que es preciso hacer en España: la aplicación de los principios y la plasmación de las teorías generales en líneas políticas específicas para cada país competen a quien lleva a cabo la lucha en el propio país. Es preciso ser internacionalistas.

Nuestra implicación en esta lucha es una buena señal para nosotros. Es un síntoma de que nuestra actividad está profundamente ligada al renacimiento del movimiento comunista internacional, es una confirmación del carácter internacionalista de la concepción que nos guía y de nuestra actividad. Estoy convencido de que en esta lucha deben involucrarse -y es justo que lo hagan- más partidos y organizaciones comunistas, particularmente de los países imperialistas. Ya sea por los temas en torno a los que se entabla esta lucha, ya sea por el método con el que es llevada a cabo (el centralismo democrático y la lucha entre dos líneas en el partido comunista), esta lucha concierne, en términos generales, a todos los grupos y partidos comunistas. El papel que el movimiento comunista desempeñe durante la segunda crisis general del capitalismo en la que estamos inmersos, dependerá mucho de la constitución, en estos años, de verdaderos partidos comunistas, al menos en los países imperialistas más importantes, es decir, de partidos comunistas que tengan plenamente en cuenta la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria (por consiguiente, de partidos marxista-leninistas-maoístas), que estén a la altura de la tarea que el desarrollo de la segunda crisis general del capitalismo y la consiguiente situación revolucionaria en desarrollo les plantea. La constitución de un verdadero partido comunista en cada país es principalmente tarea de los comunistas de ese país, como expresión de la clase obrera, del proletariado y de las masas populares de ese país. Pero a ella también hacemos una contribución importante los comunistas de otros países

-  en primer lugar, construyendo un verdadero partido comunista en nuestro propio país,

-  en segundo lugar, aportando todo tipo de solidaridad a los comunistas que en otros países luchan por

el mismo objetivo,

-  en tercer lugar, apoyando en cada país la lucha que la clase obrera, el proletariado y las masas populares llevan a cabo contra la burguesía imperialista y sus peones o agentes locales.

¡Viva el internacionalismo proletario!

¡Luchemos por la constitución y fortalecimiento de verdaderos partidos comunistas!

¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo!

Umberto C. (miembro de la redacción de La Voce del

(nuevo)Partido comunista italiano)

NOTAS

1. Veáse a este respecto La Voce n. 7 pag. 58.

2. El PCE(r) ha desarrollado durante muchos años un trabajo importante para todo el movimiento comunista internacional. Precisamente esto nos obliga a interesarnos por sus actuales planteamientos y posiciones.

3. ¿Qué camino debemos tomar? de 1987 y La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista de 1997, junto a La guerra revolucionaria de 1990 y a numerosos artículos publicados en Il Bollettino, forman parte de la gran labor realizada por los CARC para dar a conocer fuera de España la línea y actividad del PCE(r).

4. La expresión marxismo-leninismo-maoímo no es una etiqueta o una bandera que cualquiera puede ostentar. Es un conjunto de verdades universales relativas a las concepciones y al método de la lucha de la clase obrera para dirigir a las masas populares a eliminar la dirección que la burguesía imperialista ejerce sobre ellas y a instaurar el socialismo, como transición hacia el comunismo. Un partido que no asimila o aplica estas verdades universales no está en condiciones de cumplir su cometido.

5. Esta “cierta medida” es cosa conocida por los lectores de La Voce, por consiguiente no me detendré a exponerla. Me importa sólo recordar que no se trata de una expresión vaga, como lo puede parecer a quien no conozca las tesis expuestas en anteriores números de La Voce.

6. La vía elegida por los camaradas de la FO en el plano organizativo implica algunas cuestiones de principio que antes o después será preciso desarrollar claramente. Llamo la atención sobre algunas de ellas. 1. La experiencia del movimiento comunista ha mostrado que el centralismo democrático (elaborado teóricamente por Lenin) se mantiene sólo gracias a la lucha entre dos líneas en el partido (elaborada teóricamente por Mao). 2. El centralismo democrático y la lucha entre dos líneas en el partido son dos principios que deben concretarse en criterios de funcionamiento y en normas estatuarias que son específicas de cada situación concreta y que deben estar encaminadas a hacer crecer y fortalecer el partido y el papel que éste desempeña en la movilización revolucionaria de las masas contra la burguesía imperialista en cada fase. En particular, como norma, es erróneo copiar punto por punto los Estatutos de otro partido, contraponer los Estatutos de la infancia del POSDR con los Estatutos de su madurez: los Estatutos, a fin de extraer enseñanzas de ellos, deben ser estudiados en relación a la fase de desarrollo del partido en el que han entrado en vigor y en función de los efectos que han producido: la comparación entre diferentes Estatutos puede servir para distinguir lo que es un principio (regla universal) de lo que es aplicación concreta del mismo. 3. Una dirección desviacionista debe tarde o temprano utilizar la disciplina para imponer su línea (a fin de sofocar el debate), en lugar de utilizar la disciplina para aplicar la línea. Así pues, aunque llame a la unidad del partido y a la disciplina, en realidad lo fracciona (es constitucionalmente fraccionalista). Cuando un partido está de hecho fraccionado y la unidad es sólo formal y de fachada, la lucha por su unidad real puede requerir en algunos casos la constitución abierta de una fracción por parte de los camaradas que quieren restablecer la unidad real del partido. Los comunistas estamos por principio contra el fraccionalismo, no estamos en absoluto contra la formación de una fracción (como estamos por principio en contra del espontaneísmo, no contra toda acción espontánea; contra el subjetivismo, no contra el papel del sujeto; etc.). La experiencia de Lenin al respecto nos aporta valiosas enseñanzas.

7. Es importante sin embargo recordar esa solidaridad de los CARC ahora que Arenas y otros representantes del PCE(r) y de las AFAPP escupen sobre este pasado, cubriendo de invectivas, calumnias y delaciones un pasado de solidaridad internacionalista. Me he referido a las publicaciones en las que los CARC han dado a conocer a las Fuerzas Subjetivas de la Revolución Socialista (FSRS) italianas la lucha del PCE(r). De este conocimiento ha nacido también la solidaridad que hoy el PCE(r) puede recoger en Italia por parte también de otras FSRS. Obviamente los comunistas italianos deben perseverar en la solidaridad con el PCE(r), porque todavía hoy los camaradas españoles luchan por la rectificación del PCE(r): nosotros les deseamos éxito en su lucha y que la línea de liquidación del partido (encubierta por el dogmatismo y el militarismo) sea vencida y liquidada.